,

El Halo de la Desesperación 46

En el mundo futuro (y perfecto) lo primero que deberá desaparecer será el ridículo y putrefacto concepto de la familia. Esto será así desde que dicha invención social no es más que un estorbo para el individuo que aspire a perfeccionarse tanto como le sea posible en todo sentido: físico, mental, emocional y espiritual. Los familiares y las aciagas tonterías que nos implantan solo infectan las mentes frescas y las adormecen para que acepten ser esclavos de este asqueroso y siniestro orden impuesto por las élites. Este ciclo abyecto ha proseguido hasta ahora solo porque conviene a aquellos que lo rigen desde las sombras y que lo refuerzan mediante diversos mecanismos subliminales. Así, el ser jamás conocerá la auténtica libertad; pues desde el comienzo todo está torcido. Desde el comienzo la mente es adoctrinada y rellenada con concepciones que no son las propias, sino las que han imperado en el estúpido sistema al que por desgracia hemos sido enviados… ¿Por qué se tiene que nacer? ¿Para qué se tiene que existir? Parece incomprensible que uno viva sin haberlo deseado, que esta infernal tragicomedia nos destroce internamente hasta que el suicidio sea nuestra única esperanza. ¡Qué absurdo es todo! ¡Qué irreal parece la muerte cuando nos hemos ya acostumbrado a tantas mentiras y quimeras! Olvidamos con avasallante rapidez que no pertenecemos aquí y que tan solo naufragamos por un pestañeo de lo eterno, aunque a veces se sienta como un agobiante e infinito ensueño del cual estamos más que desesperados por librarnos… Si al menos desde el principio no fuera todo tan desgastante y siniestramente demente, si al menos tuviésemos la oportunidad de ser nosotros mismos por una milésima de segundo. Libres de toda concepción, percepción o creencia impuesta; ¿quiénes seríamos entonces? ¿No sería entonces tal la magnificente oportunidad de seguir el anhelo fulgurante que centellea con locura en nuestros deprimidos espíritus? Quizá ya estemos muertos por dentro, quizá ya la pseudorealidad haya terminado de absorber nuestras almas atormentadas por la miseria sin fin… ¡Oh! ¿Cómo podría entonces escuchar todavía un susurro del ángel caído y percibir su dolor a través de mi sangre desperdiciada?

*

Tal vez todo lo que creemos resulta, en última instancia, no ser sino una completa estupidez… Estamos mucho más adoctrinados de lo que nos imaginamos y, aun así, en el colmo del cinismo, afirmamos ser libres y racionales. ¿Cómo podría una aberrante criatura que destruye su propio entorno serlo? ¿Hasta cuándo dejaremos de delirar con tantas falacias y pondremos los pies sobre la tierra? Creo también que nos fascina autoengañarnos el mayor tiempo posible, acaso porque solo así es soportable la infausta tragedia que es la existencia humana. Por mi parte, hace mucho que ha dejado de interesarme el relacionarme con los demás o involucrarme en las cuestiones más terrenales. ¿Qué podría obtener de ello? Únicamente más mentiras y disgustos, únicamente un nefando contraste entre sus perspectivas y las mías. ¿Qué me importa a mí lo que ellos piensen, crean o hagan? Sus vidas me parecen sumamente irrelevantes y no sé si incluso a ellos mismos les importen. El mundo ya está acabado, ¿acaso nosotros también? En mi eviterna y misteriosa soledad, quiero creer que no… ¡Oh! ¡cuánto me engaño también yo todavía! Debería ir corriendo hacia mi lúgubre ocaso y acabar conmigo cuando la inefable aurora derramara sus lágrimas celestiales sobre mi espíritu acongojado. ¡Ya jamás volveré a soñarte, ni siquiera cuando finalmente abandone esta temporal forma humana! ¿Qué resta por imaginar? Jamás habrá certeza alguna que no sea la de la soledad o la muerte, puesto que quizá solo ellas pueden enseñarnos quiénes somos en realidad y cuál es la sombra de nuestro paradójico destino. ¿Alguna vez el tiempo no traerá consigo esa abrumadora silueta de desesperanza de la que tanto buscamos escapar mediante cualquier absurda compañía o irrelevante encuentro? ¿Alguna vez dejaremos de aferrarnos a aquello que más nos entierra en el demoniaco abismo de nuestra grotesca nostalgia? El ser no debe perpetuarse, su existencia ha sido solo el funesto desvarío de alguna entidad demasiado aburrida en su desquiciante eternidad.

*

Todo cuanto somos es solamente un infernal conglomerado de ominosas ideas, falsas creencias e ilusiones patéticas y fútiles cuyo único fin es mantenernos cada vez más imbuidos en la irracionalidad de nuestra mísera existencia. Y, además, que vivamos sin cuestionar ni criticar nada que no vaya de acuerdo con los patrones impuestos por la pseudorealidad para perpetuar este absurdo sistema donde tantos se sienten tan podridamente complacidos. Esta vez, me temo, ya no puedo volver a ser el mismo de antes; esta vez mi alma se haya enclaustrada en un remolino de avasallante y deprimente melancolía, y no creo que exista renacimiento alguno ni una nueva oportunidad para disolver mi nostalgia encarnada. ¿Qué ha sido este sueño mal alucinado? ¿Acaso solamente una entelequia más de la pseudorealidad en sus infinitas y anómalas contradicciones que trastornan el juicio y el espíritu con infame presión? Se suponía que yo ya debería estar muerto, que la inmortalidad de mi esencia habría de distorsionar las dimensiones adyacentes a mi mirada apagada. En los ataúdes de los dioses fenecidos aullaron las alimañas carcomidas, también ahí fue donde reconocí mi reflejo ahíto de incertidumbre y sangre. La embriagante sonrisa de la muerte me cautiva sobremanera, me provee de un encanto que ninguna otra entidad de esta u otra realidad podría proporcionarme. El nido se desgarra y los huevos caen más allá del averno, casi rozan los confines del universo conocido. Siento en mi pecho el surgimiento de un nuevo yo: más indiferente y hermoso, más fortalecido y ansioso de dejarlo todo atrás con tal de abrazar tus alas fulgurantes y perderse en tus ojos lapislázuli. Ya demasiado tiempo he desperdiciado en seres totalmente ajenos a mi verdad, ¡no puedo ya tomar la espesa arena entre mis manos y tragarme la inercia de tu trágico adiós!

*

Sabemos que nos estamos acercando a lo más parecido a la verdad cuando comenzamos a considerar la idea del suicidio no solo como una idea, sino como nuestra única y divina salvación posible. Además, cuando ya cualquier compañía se nos antoja demasiado insoportable y nos vemos obligados a correr con abrumadora desesperación al siempre reconfortante regazo de nuestra dulce y amada soledad. ¿Qué más tenemos además de ella? ¿Quién más nos hace compañía día a día sino nuestra sombra? Ella nos conoce mejor que nadie, quizá mejor que nosotros mismos… Ella sabe todo aquello amamos en verdad y lo que nos atormenta más que la pseudorealidad; tal vez hasta es ella la inefable voz de Dios encapsulada en el abismo de nuestro recalcitrante desasosiego. Tememos mirarnos un largo periodo en los sibilinos espejos de nuestro devastado interior, ahí donde la tragedia y la melancolía no dejan de atormentarnos ni un segundo… Ahí donde todos los ángeles y demonios se mezclan en un último suspiro que implora por abandonar este traje humano y desnudar su verdadero yo. ¿Lo conseguiré en breve? O ¿preferiré continuar siendo un náufrago en mi propia locura, acaso lo única que me queda? Si pudiera disolver todas las mentiras que aún me circundan, ¿podría al fin sentirme libre y feliz? Quizá volvería a deprimirme, quizá ni siquiera así cesarían mis vehementes deseos de cortarme las venas y no volver a saber nada de nadie por el resto de la eternidad… Solo a ti, mi bello y perfecto ángel, he de confesarte lo que siento en el fondo de mi corazón: me arrepiento de toda interacción con los humanos y, desde luego, de haber sido uno más en este siniestro y fúnebre sinsentido cósmico. ¿Es demasiado tarde para secar mis lágrimas con tus manos etéreas y pedirte que me lleves contigo en un viaje sin retorno a algún desconocido planeta más allá de mi impertinente imaginación? No queda nada para mí aquí que no sea brutal sufrimiento o agonía sin límites; ya todo me aburre o me fastidia con una rapidez incuantificable, y ya todos me parecen cada vez más humanos y sus perspectivas tan asquerosamente banales. ¡Este mundo ha muerto! ¿Por qué aún no lo han enterrado en lo más profundo del olvido eviterno?

*

Probablemente, las personas no están hechas para reflexionar tan profundamente y su estado natural es ser miserables e imbéciles; así mismo, conformarse con las cosas más simples y absurdas que este mundo putrefacto pueda ofrecerles. Pero entonces, ¿por qué no podía yo ser así también? ¿Qué había de diferente en mí para no aceptar, como todos, esta repugnante existencia? ¿Acaso no tenía yo derecho también a ser «feliz», aunque fuera autoengañándome del modo más atroz? El problema era que ya no podía, quizá ni siquiera lo quería. Solo en ocasiones un falso anhelo de un efímero bienestar me arropaba y torturaba con insana melancolía, casi como cuando alucinaba entre tus brazos y deliraba entre tus piernas. Todo era una fantasía irremediable, un juego de niños en el cual nos perdíamos para no volver a encontrarnos hasta otro triste amanecer. Pero yo sí que creo haberte amado, cuando menos experimenté esa clase de convulsiones internas que experimenta quien no puede seguir respirando si no obtiene cuanto antes la más mínima huella del ser anhelado… ¡Qué tontería creer que eso era amor! O ¿acaso sí lo era? Actualmente, ya no sé qué debería pensar, hacer o creer… Te extraño con una vehemencia enloquecedora, pero al mismo tiempo sé que no puedo salir a buscarte y romper con mi dulce y trágica soledad. El aislamiento acaso me ha hecho bien o acaso me ha deprimido más allá de lo humanamente tolerable, más allá de toda frontera con el tiempo perdido y la poesía suicida. ¿Qué importa si ya no respiro mañana o si el mundo se va al carajo? ¿Qué me importan a mí los gobiernos, las religiones, las doctrinas o las corporaciones? Por mí, que todo sucumba de inmediato; que todo se termine de pudrir en un eco de divina y definitiva perdición. Dios ha muerto, el diablo ha muerto, el mundo ha muerto; ¡solo nosotros no hemos muerto aún!

***

El Halo de la Desesperación


About Arik Eindrok

Deja un comentario

Previous

Desasosiego Existencial 02

Encanto Suicida 57

Next