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Eres como un sueño

Es una situación muy extraña, pareciera incluso más irreal que un sueño. Sí, eso debe ser; ¿no lo crees así, mi única y sublime fantasía? Pues te miro y, por instantes, desapareces. Sí, te vas sumamente lejos, a un lugar del cual no puedo ni quiero extraerte. Sé que es mejor para ti ocultarte en aquellos lugares de lozanía absoluta, en aquel páramo de infinita quietud. Sin embargo, cuando vuelves, de inmediato captas mi atención de modo abrumador. Es tal la plenitud y tan bello el goce que causas a mi espíritu que, si pudieras intuirlo, querrías no ser tú a quién yo amara, pero eso no es posible, pues tú eres la única musa de ojos sempiternos en mi trastornado pensamiento. Así te presentas ante mí, cautivas mi corazón marchitado y no te dignas en regresármelo hasta que tu contemplación mi cabeza ha conquistado por completo. Tú eres, sin duda alguna, mi sueño perfecto; eres la persona a quien quisiera contemplar, adorar y escuchar el resto de mi triste y humana vida.

¿Por qué es así? ¿Por qué me haces sentir vivo cuando ya creía estar muerto? He de serte sincero por completo: no lo sé. Y eso es lo que me hace sospechar que estoy brutalmente enamorado de ti, de tu mirada carmesí y tu boca en la cual me quisiera eternamente derretir. ¿Cómo soportar este elogioso averno, esta ironía de cromatismos desproporcionados que llega a mí en conjunto con el fulgor de tus brazos? Sería una tragedia; no, mucho peor que eso, pues tal parece que estamos condenados. Pero no, ya no lo veo así; ya no sé lo que será de mí cuando tu resplandor de este soñador se haya retirado. Porque, invariablemente, la luz de tu sonrisa no podrá irradiar con igual intensidad por siempre, pues ni siquiera me concierne lo más pequeño de tu grandioso y espléndido cielo. Conocerte ha sido, por mucho, lo más encantador en este absurdo teatro que es mi anodina existencia. Es tu luz la que me ha conferido un mínimo de esperanza, pero mi corazón está ya demasiado fracturado.

En medio de la devastadora ola levantada por las sombras de la angustia y la depresión, ha surgido la silueta que tanto anhelé; la divinidad encarnada a cuyos pies me aferro aun sabiendo que no puedo ser correspondido ni merecer su amor. Tu espíritu catártico y los avasalladores y cegadores ojos que posees me hacen sentir como si estuviera muriendo para renacer de inmediato. Estar contigo es como un sueño del que no quiero despertar, porque en él puedo imaginar que solamente existimos tú y yo; que todo lo demás carece de sentido y que, si el mundo se terminase hoy, podría sostener tu rostro afrodisiaco y perfecto para orlarlo con el desorden del clímax más indómito. ¡Oh, funesta realidad en la que divagamos! Pero me encantas tal como eres, me tienes loco y te pienso sin tregua alguna. Eres tú la única razón de mi existir, la celestial fantasía que mi alma necesita para seguir vibrando… Mi único error, quizá, fue haberme enamorado del ser más hermoso quien solo podría estar conmigo en mis más apolíneos sueños: tú.

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Locura de Muerte


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Capítulo XV (LEM)

Pensamientos EHD19

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