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Infinito Malestar 15

Una de las peores cosas en la vida, ya de por sí algo nefasto, es la familia. No conforme con nuestros propios problemas, nos vemos sometidos a todo tipo de abusos, chantajes y traumas por culpa de esta aberración considerada por tantos imbéciles como algo sagrado. Nuestros padres son, así pues, el reflejo perfecto de un ser adoctrinado y sin alma, pues ¿qué clase de persona, en su sano juicio, cometería tal sacrilegio como el de engendrar a otra pobre criatura en un mundo tan nauseabundo como este? Todos deberíamos asesinar a nuestros padres una y otra vez en nuestra mente y, acaso, también fuera de ella…

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No importa lo que se diga, las personas siempre van a lastimarse entre sí. Nosotros lastimaremos a otros y ellos, por consiguiente, nos lastimarán. Así es la forma en que suceden las relaciones y nuestro natural egoísmo así lo exige. Por lo tanto, ante esto, lo mejor que podemos hacer es alejarnos de todos lo más que nos sea posible. Al menos estando solos, nos aseguraremos de que la única persona que nos hará daño y a la que haremos daño será a nosotros mismos.

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No importa cuánto esfuerzo implique obtener algo, sea un trabajo, un trofeo, una profesión, una pareja, una amistad, un carro, una casa o cualquier tipo de meta que nos hayamos fijado. Al final, nunca valdrá la pena, puesto que, en un tiempo ridícula e infinitamente menor a aquel que invertimos en conseguir aquello que tanto queríamos, nos aburriremos de ello o nos parecerá poco. Y, si no es así, siempre estará la muerte ahí; esperando pacientemente para disolver todo aquello que tan ilusamente creímos haber logrado. Esa es la principal característica de la vida: la insustancialidad. Así pues, resulta insustancial cualquier tipo de meta, objetivo o propósito que nos fijemos, puesto que la satisfacción obtenida por lograrlo jamás será suficiente ni mucho menos permanente. A esto, en última instancia, podemos llamarlo, en un sentido más universal, como el eterno absurdo existencial.

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¿Por qué habría de lamentar mi muerte cuando yo ni siquiera quería estar aquí en este nefando mundo humano? Más bien debería no solo festejarla, sino propiciarla, acariciarla y amarla.

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El suicidio, sin importar cómo, cuándo o dónde, siempre será lo mejor que podamos llevar a cabo. No solo por el hecho de poner punto final a la tragedia que simboliza nuestra ridícula existencia, sino por haber tenido el atrevimiento de erradicarnos de esta pseudorealidad cuando absolutamente todo está destinado a mantenernos presos aquí el mayor tiempo posible.

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Infinito Malestar


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