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Mi adoración

Y lo que comenzó como una críptica locura aquel día donde por vez primera tuve la dicha de rozar tus etéreos labios y de escuchar el sibilino melifluo de tu voz, se ha convertido en algo que no sé cómo explicar, porque ya ni yo lo entiendo en absoluto. Pero tal vez podría resumirlo así: sin ti, no vale la pena existir… ¡Sin ti, todo es sepulcralmente absurdo! Me siento muerto cuando te vas; me siento como si estuviera encadenado bajo una tormenta infernal que parece no cesar. Porque mi cielo solo resplandece si eres tú mi sol, porque mi vida solo tiene sentido si eres tú mi dulce amor. Sé que mi esencia es la de un ser melancólico y abatido, y que acaso eso no pueda cambiarse; mas lo que tú me haces sentir cuando me besas, me abrazas y me acaricias es lo más bonito que he sentido en toda mi vida. Tú eres lo más bello y sublime que han contemplado mis tristes ojos, eres la luz que dispersa por unos momentos las lúgubres tinieblas que atormentan mi compungida alma.

No sabes cuánto te adoro, no tienes idea de todo lo que significas para mí; me tienes atrapando mariposas tan solo por un ápice de tu divino amor. No sabría cómo agradecerte ni tampoco cómo expresarte lo que por ti siento, pues es algo que no podría pertenecer a este mundo corrompido. Y la verdad es que ya no quiero volver a estar sin ti jamás, porque me parece tan perfecto estar contigo en la misma habitación, en la misma cama y en el mismo resplandor. Porque pienso que solo tú eres el ser ideal para mí, ya que solo a tu lado puedo sentirme un poco menos infeliz. Y también me entristezco porque tengo tanto miedo, tanto pánico de que te largues y me dejes con el corazón roto. Sin embargo, prefiero no decírtelo; porque entonces ¿qué diablos pensarás de mí? Seguramente que soy un ser débil, frágil, arruinado, y que, en su imperante miseria, se ha enamorado perdidamente de todo lo que tú eres; del incomparable fulgor que emana de tu inefable y perfecta naturaleza humana.

Y ahora ¿qué debo hacer? Tan solo quiero estar contigo, ¡joder! ¿Es acaso un oneroso crimen experimentar tantas cosas por ti? ¿Es acaso un delito mirarte como lo hacen mis tristes ojos? Sería un mentiroso si te dijera que no me hago tantas ilusiones, porque solo tú tienes todo lo que me gusta; tú eres lo que yo más adoro en este mundo ruin. Tú eres el ser por el cual, con tal de verte, aunque sea una vez más, aceptaría volver a existir en cualquier otra dimensión realidad material. ¿Es que acaso no hay tregua para esta desesperación infernal? ¿Es que acaso podría existir un solo universo donde no seas tú mi sempiterna adoración? Y ya no sé qué decirte, pues para este nostálgico poeta suicida no hay otro motivo para sonreír que no sea la impertérrita magia de tu resplandeciente sonrisa. Supongo que soy solo un loco enamorado, un pobre soñador; acaso un simple humano que, en su trastornada mente, no concibe algo más supremo que tu misteriosa existencia.

Sí, para mí no existe nada mejor que derretirme en tu boca y alucinar entre tus brazos. ¡Oh, si tú pudieras estar en mí, podrías experimentar un poco, aunque sea muy poco, de esa misteriosa sensación que invade mi ser cuando imagino que podríamos estar juntos hasta que el suicidio nos separe! Pero vuelvo a mí y miro al techo, como cada noche, percatándome de lo mucho que pienso en ti; de lo mucho que te he escrito, de lo mucho que te extraño. Y recuerdo el nostálgico ayer cuando estabas a mi lado, cuando jalabas mis cabellos y todavía te escuchaba reír con tanta vehemencia. Mas hoy estoy otra vez sin ti; otra vez sin tus besos, sin tu calor, sin tu divina y sutil compañía. Y ya mis ojos se cierran, ya las lágrimas de sangre y angustia comienzan a menguar…. ¡Cómo quisiera que fuera lo contrario, pero no! ¡Cómo quisiera que no fuera así, pero así es! Te lo confieso sin más preámbulos: tú me robaste, con solo un beso, la cabeza, el alma y el corazón.

***

Melancólica Agonía


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