Obsesión Homicida 22

El incesto, como tantos otros deseos sexuales marginados, no es ninguna novedad. De hecho, es algo sumamente antiguo y paralelo a la psique humana. Es natural desear al padre o a la madre; o, incluso a ambos, pues esa es la esencia que se ha impregnado en el fondo de nuestra carnalidad. ¿Cómo no excitaría al humano fornicar con su propia sangre, con el ente sexual del cual proviene y con el cual experimenta una lujuria que, a la postre, le ha de trastornar?

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Lo que pienso de la homosexualidad y el lesbianismo, así como de toda la gama de comportamientos y patrones sexuales que han surgido y continuarán haciéndolo en nuestra patética sociedad, es algo que nada tiene de peculiar; tan solo creo que son la irremediable consecuencia de la confusión general que imperará y ensombrecerá la esencia humana durante las próximas décadas y tal vez siglos.

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El homicidio y el suicidio, cuando se realizan reflexivamente, considero que se trata de las más evidentes armas a nuestra disposición para destrozar definitivamente las ridículas imposiciones morales y los falsos principios mediante los cuales se intenta subyugar la verdadera naturaleza humana.

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El ser, aunque carezca realmente de sentido y su existencia sea odiosamente miserable, tiene quizás el derecho de vivir su sexualidad como mejor le plazca y con quien se le antoje, siempre y cuando dicha convivencia sea consentida. No hacerlo así conlleva a la represión de las pasiones y los deseos más profundos, lo cual desembocará irremediablemente en algo mucho más perverso y sombrío.

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Contemplar a dos mujeres uniendo sus hermosos cuerpos resulta casi siempre mucho más excitante que tener sexo con solo una de ellas.

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Nadie es realmente heterosexual, esa es tan solo la fantasía que las religiones y otras instituciones (los peores en entender el comportamiento de la mente) han implantado en las personas. La heterosexualidad es una quimera, un cuento que se alimenta de la moral absurda y los ridículos valores que se tienen por adecuados y deseables en la sociedad. Si no podemos ni siquiera librarnos de esto, ¿cómo se espera que algún día podamos ser libres en todos los aspectos?

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