El único problema con la vida es realmente el que las personas crean que está hecha para vivirse. ¿Cómo podría ser este el caso cuando encontramos por todas partes indicios de muerte y destrucción? ¿Cómo se puede explicar el caos infernal que impera en la pseudorealidad y que se incrementa día a día? Vivir es solo una antesala, una oda a la náusea y a lo desagradable. Y el ser, ¡ay, el ser! ¿No está hecho el ser, a todas luces, solo para morir en cualquier momento, lugar y circunstancia? La vida es un acto de muerte en sí, pero particionado en el tiempo y seccionado en contradictorias paradojas y múltiples fenómenos regidos por el azar.
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No asimilaba pertenecer a tal realidad sacrílega plagada de humanos absurdos. Mi espíritu renegaba en todo momento suplicando por la auténtica paz y la verdad inmarcesible; no obstante, solo quedaba la muerte para consolarme ante tales subterfugios de supuesta existencia. Y, si esto era lo máximo a lo que se podía aspirar encarnando un cuerpo, entonces preferiría nunca más volver a soportar ninguna otra terrible encarnación en ningún plano abyecto parecido a este.
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La justicia solo se haya en la incertidumbre perteneciente al sendero de la muerte y, tal vez, en la rebelión personal que conlleva a la locura. Ambas formas de desaparecer son válidas en la pestilente actualidad y decadencia del ser. Dicho de otra forma: mientras se exista, se estará, de un modo u otro, aceptando todo tipo de injusticias, afrentas e intrigas por parte del tiempo, la vida, la realidad y la existencia en general.
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Si no se está dispuesto a sacrificarlo todo en nombre de un sueño, no se trata de un sueño realmente, sino solo de una frágil ilusión; tan frágil como la efímera existencia humana. El sinsentido que de ella se desprende y que a su vez la origina no podría entenderse de ninguna manera. Y en verdad creo que mucho menos podrían tonterías tales como el amor, la felicidad o la paz ser reales algún día; dado que la esencia misma del mono parlante es está diseñada de tal manera que se opone totalmente a toda virtud, bienestar y verdad.
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Eres toda la luz que puede emanar de este absurdo inferno; así que, por favor, nunca dejes que se extinga el fuego de tu espíritu ante la miseria de esta aberrante existencia humana. Pues, en el momento en que los colmillos de la pseudorealidad hayan masticado lo suficiente tu alma, ya nada ni nadie podrá devolverla a su inefable estado original. Y son tantos los peligros, distracciones y estratagemas destinados a ello que, muy a mi pesar, me temo que no pueda haber forma alguna de no ceder, tarde o temprano, ante la insana presión de sus infames garras que todo lo aprisionan.
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Obsesión Homicida