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Obsesión Homicida 59

La mayor contradicción que encuentro en mi absurda vida es haber nacido tan solo para vivir anhelando la muerte. No podría, empero, ser de otro modo; puesto que me rehúso absolutamente a aceptar una existencia tan mundana y pestilente como esta donde lo máximo a lo que aspira la gran mayoría es sexo, dinero o poder en cualquiera de sus formas. Sin duda alguna, no puedo dejar de pensar que yo no fui hecho para las cosas de este mundo absurdo y humano… Entonces ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué sigo respirando aun cuando sé que carece de todo sentido? ¿Por qué no me he matado todavía si es eso y no otra cosa lo que más deseo?

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Si hay algo de lo que debamos siempre sorprendernos es, sin duda, de la velocidad con que la estupidez se hace latente conforme más se conoce a una persona. Resulta sumamente adecuado, así pues, considerar de antemano que toda criatura humana es naturalmente estúpida., ignorante y abyecta. Más vale llevarse una reconfortante sorpresa que otra funesta desilusión por haberse generado expectativas sin fundamento.

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Mi ser se descompone en los epitafios de los auténticos poetas del caos que plasmaron en los muros de la verdad las sentencias solo reveladas a los entes menos banales, aquellas irónicas palabras de muerte y dolor que costaron sangre a tantos caballeros de armadura reluciente y rostros sombríos. En su nombre he perforado el sello y en nombre de los caídos habré de derramar de una vez por todas el fluido de mi alma para resucitar a las criaturas aladas que comenzar el cíclico amanecer del sol iridiscente. La humanidad, por fortuna o por desgracia, no perdurará lo suficiente para contemplar tal idilio; y es que, ciertamente, no lo merece… ¡Suficiente sufrimiento han esparcido ya esos monos parlantes adoradores de la blasfemia y la irrelevancia!

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Quisiera detenerlo todo y fundirme con los sagrados momentos que jamás serán, pues sé que la muerte será la llave onírica que abrirá la puerta jaspeada donde modificaré al fin mi lúgubre y cruento destino. Las contracciones en mi cabeza son cada vez más fuertes y me indican que debo suicidarme ya, que no debo postergar la última fase del experimento. El eclipse pronto acontecerá, las estrellas bailarán al ritmo de las catacumbas abiertas y los pájaros dorados armonizarán la esfera plateada con sonidos de libertad, verdad y júbilo. No sé si podré resistir el embuste, pero quisiera intentar mantenerme cuerdo antes de que los colores me despojen de su locuaz solidaridad y su tremebunda nitidez.

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El talento y la imaginación van en constante apego con la desgracia y la tristeza, como si estos últimos fueran los amantes insensatos de aquellos primeros. Aquel que se considere a sí mismo verdadero artista, debe necesariamente rechazar y repugnar el discurso del mundo y asquearse, asimismo, de todos los placeres y vicios humanos. Solo así podrá entonces liberarse de ellos; no negándolos y reprimiéndolos, sino hundiéndose en ellos para experimentarlos y luego vomitarlos uno a uno. Entonces, una vez hecho esto, cualquiera que sea el arte al que uno se entregue, estará influido de lo más sublime, divino y sempiterno; de aquello que no tiene un origen ni un fin… ¡Del universo, de la muerte y de dios mismo en cada una de sus infinitas perspectivas, posibilidades y abstracciones!

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Obsesión Homicida


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