Todo parece mejor cuando llega la idea del suicidio a mi cabeza, es así como consigo despertar y soportar un día más de este lóbrego y humano martirio llamado existencia.
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Cualquiera que aún no comprenda que los gobiernos, las religiones, las corporaciones y demás organizaciones no son sino marionetas de la pseudorealidad, debe ser aún más estúpido que el humano promedio, y eso ya es bastante.
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No puede pretenderse cambiar el mundo sin haber antes destruido las estructuras de poder y los asquerosos medios de comunicación que mantienen adormecidos y controlados a los rebaños.
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Hablo desde luego, de derrocar todos los sistemas que no son sino ramificaciones del mismo parásito: gobiernos, religiones, corporaciones, televisoras, farmacéuticas, milicias, bancos y todo lo que tenga que ver con sexo, entretenimiento y dinero. Solo entonces podremos recuperar la libertad que tanto se nos ha negado y comenzar una nueva era.
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Es mejor vivir engañado, vivir creyendo que el mundo es un lugar bello y que los humanos son, en general, una especie evolucionada y racional. En el fondo, este tipo de ideología no es sino otra herramienta de control de masas que crea en las mentes una quimera sobre la existencia, la cual es, desde luego, una pestilente, horrorosa y cruel enfermedad.
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Libro: El Halo de la Desesperación
