Nacer en este mundo no podría ser otra cosa que un castigo infame y, por desgracia, el suicidio se ha vuelto un manjar que tenemos miedo de saborear porque la incertidumbre, o la nada, tras el velo de la muerte nos vuelven sumamente cobardes para llevar a cabo tan magnífico acto.
.
Pensar en el suicidio seriamente no podría ser el acto de un loco ni de un tonto, sino de un dios.
.
Comprender que todo es absurdo no es algo para lo que los humanos estén preparados, ellos solamente quieren existir el mayor tiempo posible sin importar si tiene o no sentido su miserable y repugnante forma de vida.
.
Incluso ahora ser yo es algo que no puedo seguir soportando, la agonía de esta existencia me desquicia al borde del suicidio. Y es que todo lo que siempre quise ser es exactamente lo que en este mundo no podría nunca florecer.
.
El mundo en el que habitamos está podrido y lo mejor que se puede hacer es asesinar a sus repugnantes habitantes para luego difuminarse entre los lamentos de las estrellas más luminiscentes.
.
Vendrán los días donde las tormentas escarlatas se apoderen de los corazones abandonados, donde las tinieblas cerúleas cubran la mayor parte del templo dorado. Entonces todo habrá cesado, ya no habrá que preocuparse más por existir en este mundo corrompido, pues la muerte nos aceptará a todos, aunque muy pocos serán dignos de su divino legado.
…
El Halo de la Desesperación
