Es fantástico no ser real, sentir por unos momentos la inexistencia absoluta. Pero, tristemente, es solo una ilusión cuya magia no podemos eternamente saborear.
.
Lo que más detestaría sería ser catalogado como filósofo, poeta o escritor, pues realmente me encantaría no ser nada, salvo quizá solo un alcohólico, un demente o un drogadicto. Y, de preferencia, acercarme lo más posible a ser nada, a no ser consciente de que existo jamás, a no volver a ser yo en ningún momento.
.
Ese es el verdadero error, el creer que el sentido que asignamos a nuestras vidas es verdadero y significa algo. No obstante, resulta imprescindible hacerlo para poder vivir, pues sin esa estúpida mentira nada sería tolerable, nada sino quizá solo la muerte.
.
Actuar como el resto de la humanidad pudiera sonar poco sensato para los rebeldes suicidas, pero, a veces, es un respiro en el ilimitado sufrimiento que representa ser diferente y no ser un títere más; no ser humano, al menos no por completo.
.
Y entonces, en medio del caos absurdo que imperaba en la miserable y patética existencia humana, supe que quería matarme, que ese era el sentido que había decidido darle a mi vida.
.
Entre la inimaginable cantidad de absurdas ideologías, teorías y creencias que existen en el mundo, la mentira parece ser la más aceptada como verdad.
.
Libro: La Execrable Esencia Humana