Un inefable momento donde el tiempo y el espacio nos fueron ajenos, un tragicómico parpadeo de felicidad al que no pertenecemos, no juntos.
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Y, algo que comenzó como lo mejor de mi vida, impregnado de sensaciones tan misteriosas y embriagantes, se convirtió en una tragedia desproporcionada, y terminó siendo un absoluto desastre del cual no pude escapar con el corazón ileso. Y entonces supe que solamente el suicidio me haría olvidar para siempre el sabor de tus besos.
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Y, cuando te vi por vez primera, supe que era entre tus etéreos brazos donde quería vivir y morir eternamente.
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Eres como una adicción, pero una demasiado destructiva. Ni siquiera en el alcoholismo, las drogas y el juego había encontrado tan peligrosa atracción. Y, si no me atiendo pronto, corro el riesgo de caer hacia el abismo, de mandar toda mi vida al carajo, de destruirme en todo sentido tan solo por obtener un migaja de tu adictivo y suicida amor.
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Y no quiero entender qué ocasionas en mi cerebro, lo único que sé es que, sin tus besos, puedo ya darme por muerto.
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Para mi eterno e imposible amor…
Libro: Romántico Trastorno