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Romántico Trastorno 29

¿Por qué los demás esperan algo de mí cuando ya ni siquiera yo espero algo de mí? ¿Por qué debería levantarme de la cama cuando lo único que anhelo ya desde hace tanto es no volver a abrir los ojos jamás? Parece incluso absurdo redactar estas trágicas sentencias cuando más bien lo que debería hacer es tomar la hermosa navaja que yace a mi lado y fundirme con su catártico brillo en el éxtasis del vacío suicida.

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El sonido de los pajarillos aún lo percibo, aunque no sé si es real o ya no. También hay una profunda sensación de paz y alivio que jamás, en los veintisiete absurdos años de mi vomitiva existencia, experimenté. Y suenan las teclas de un piano al compás de los últimos latidos de este acongojado y frenético corazón. Me levanto, pero me doy cuenta de que ya no tengo un cuerpo, de que libre de esta tortura existencial al fin soy. Entonces volteó y me arrojo hacia ella sin pensarlo, sin dudarlo más; sonrió y me fundo con la sonrisa más hermosa de todas: la de mi inefable muerte.

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Una vorágine de iridiscentes paredes es todo lo que miro ahora mientras caigo en el centro del tormento eterno. Hay un ciclón donde se descomprime la naturaleza de mi ser, absurda por supuesto. Y el humo de un incendio me apresura para esparcir más destrucción, agonía y sufrimiento. Entonces me pregunto si valdrá la pena todo este caos blasfemo, toda la basura que aún debo soportar mientras el mundo más y más me enferma. La respuesta siempre es un rotundo no, sutilmente acompañado de una sublime sugerencia de poner fin a todo esta misma noche.

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En realidad, es casi imposible entender por completo el (sin)sentido de la existencia, pues se necesita de un cúmulo de razonamientos bastante melancólicos y excéntricos para ello. Además, las personas actualmente no están acostumbradas ni listas para abandonar su natural estado de mundanidad, materialismo y estupidez; lo cual significaría el primer paso hacia la gloriosa desesperación de existir. Luego, una vez llegando a este sublime estado de máxima contradicción, comienza la verdadera crisis y, por ende, el verdadero y último renacimiento espiritual.

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¡Qué iluso aquel que cree que el posible sentido de la existencia está en personas, lugares, trabajos, momentos, libros, materialismo, dinero, sexo, familia, religiones, guerras, doctrinas o cualquier otra insulsa entelequia del caos! Pero más iluso resulta tal vez aquel que conoce y siente en plenitud todo este sinsentido y, aun así, decide de manera tan irracional seguir con vida.

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Y sí, no lo voy a negar por más tiempo… Entre tus piernas es donde experimento la mayor locura poética que pudiera existir para este miserable ser que ya no podía experimentar nada más que sufrimiento. Y, cuando me hundo en tus adentros, no puedo sino alucinar hasta quedar sin aliento, pues es tan mágicamente deslumbrante todo lo que me haces sentir que no puedo sino desear quedarme ahí, dentro de ti, hasta haber muerto.

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