Sublime Decadencia

Entendí, conforme suponía existir, que había sido despojado de la magnificencia

Y, aunque la lucha estaba más allá de mis límites terrenales, sostuve la consciencia

Qué frivolidad me arropaba en la tormenta de los acontecimientos aciagos

No había un resquicio donde la miseria de los monos no hubiese hecho estragos

.

La indiferencia fue mi mejor aliada antes de enamorarme del aliento suicida

Las penumbras cada vez más recalcitrantes incitaban la ignominia de la humanidad

Placeres, objetos, personas y papeles verdes; todo era parte de la impúdica caída

Estaba decidida la suerte de aquellos cuyos símbolos eran el horror y la perfidia

.

Aunque, ciertamente, no era tan sencillo aislarse; de hecho, la quimera no se iba

Sin importar dónde ni cómo, la humanidad infectaba cualquier límpida concepción

Monos tontos, ¿hasta cuándo cesará su vomitivo parloteo y su aciago devenir?

No los quiero cerca de mí, trabajaré arduamente para devolverlos a la nada

.

Jamás sospeché la agonía que significaría estar vivo, batido de esta miseria

Tan banal y ridícula había sido la creación, vaya omisión de la belleza

La intrascendencia del mundo desesperaba los cables de aquellos mártires soles

Vendrá el glorioso momento cuando, con extasiado delirio, se evaporará al humano

.

El mono no debe perpetuarse, su reproducción ofende la sublime labor del dios

El majestuoso ojo ha tolerado demasiado la inutilidad de la raza putrefacta

Las mangueras que destilaban una brisa iridiscente no recibieron los cuidados

Y, aquellas criaturas aciagas y carentes de sentido, al vicio ofrecieron el legado

.

Cómo quisiera exterminarlos con mis propias manos, purificar la existencia

Pulverizar la partícula más ínfima para que nunca más se hable de humanidad

Pues todo lo relativo a ella me sugiere estupidez, insulsez y blasfemia

La sublime perdición de la existencia trastornada aliviará la absurda ausencia

.

Cuán arrepentido estoy de haber vivido, de haberme mezclado con esta náusea

Similarmente sin sentido seguiré mi propio desatino, pero recurriendo al suicidio

No falta mucho, ya casi se agotan mis energías, esta tarea me desfragmenta

La tormenta de la imprecación se fortalece cuanto más detesto permanecer vivo

.

Libro: Divagando en el Sinsentido


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