Creo que me molesta mi propia humanidad, pues tergiversa el mensaje supremo
El implante altera la composición de mis escasas neuronas aún funcionales
Si pudiera atravesarme el estómago con una espada, no dudaría en hacerlo
Para escapar y convertirme en dios tras la fúnebre ceremonia de mentiras y caos
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Desde el nacimiento fui raptado, obligado a existir sin sentido en este abismo
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Es que no hay libertad para elegir la muerte sin retorno?
O ¿es que soy incompatible con el sereno y contradictorio puente del vacío?
Se derrumban las estrellas, conozco lo que se siente estar vivo y me causa vómito
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El virus se propagó hacia las esferas y se apoderó de la catarsis de destrucción
Se modificó el alba, presentí que estaba lejos de cargar el arma de la injusticia
Continúo elevando la triste verdad, aunque me repudien los humanos sin alma
¡Qué extraño resulta escuchar sus gritos de odio hacia el misticismo de la nada!
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La modernidad era el sinónimo de la perdición carnal y matizada de alegría
En aquellas calles solitarias aplastaba las sobras para no regurgitar tanto
Ante la equivocación general tomada como única exactitud inmaculada
Con los ojos cosidos al espíritu vinculaba el etéreo símbolo sagrado del ocaso
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La banalidad con que existía la impía humanidad resultaba cerval e inaudita
Sembrando por doquier sociedades y mentiras necesarias para envilecerse
Asesinando como un modo de vida, fornicando para perpetuar la fatal caída
De rodillas ante la destrucción, pero orgullosos de su pestilente y atroz inopia
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Así se completaba otro ciclo, con la incapacidad de superarme a mí mismo
¿A qué diablos había venido yo? Mi percepción me invitaba al ostracismo
La batalla no estaba en el suelo, sino más allá de este humano y brutal infierno
Proseguiré en el mismo camino, aunque de mí me haya ya hartado por completo
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Último Suspiro