Una ola de perturbadas y pútridas entidades golpeó la costa deprimente
Mi imagen no sirvió en la contemplación marginada del caos supremo
Intentar cambiar el rumbo de la desolación fue mi misión, mas me perdí
El fracaso hervía y el árbol moría sin mayor simpatía; todo era agonía
.
Las conferencias resultaron agobiantes, terminé perdido y sin corazón
Vagando entre latas descompuestas de desperdicio recalcitrante, de dolor
Arrastrándome abatido después de la expulsión humillante, del adiós atroz
Continuaba a lo lejos el aquelarre de aquellos barbajanes; la idolatría vil
.
Nadie quiso escuchar, solamente los tontos me rechazarían de tal manera
Vine a dar a una ignominiosa pocilga donde algunos sabios antiguos morían
Todos habían intentado la misma tarea: el sublime cambio de lo mundano
Y, al igual que yo, destrozadas sus ingenuas almas habían sido por el vacío
.
¿Qué necesidad había de transformar tan sórdida basura en algo divino?
¿Por qué no dejar que se pudrieran en su propio castigo, en su miseria?
A ellos, quienes injuriaban la última verdad y se fundían con lo más impío
Retorciéndose y mascando se hundían en la absoluta perfidia del falso dios
.
Indagué lo más que pude el comportamiento hostil de sus banales acciones
Inexplicable y absurda terminaba por tornarse la sabiduría ante la ruina oscura
¿De qué servía proclamar la verdad a quienes la rechazarían? Era todo tan irreal
Era como tirar lo puro en una ciénaga imposible de purgar; la muerte sonreía
.
De mis tristes sermones poco o nada quedó, la palabra fue ridiculizada en por el papel
Me había rendido, era el periodo de la agonía máxima y la defunción espiritual
Y, cuando por última vez los miré, el sobresalto me liquidó como el tiempo mismo
Habían osado reproducir su náusea y hacerse llama humanidad; ¡muertos insepultos!
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Irrefrenable Tristeza