Una ola de perturbadas y pútridas entidades golpeó la costa
Mi imagen no sirvió en la contemplación marginada
Intentar cambiar el rumbo de la desolación fue mi misión
El fracaso hervía y el árbol moría sin mayor simpatía
.
Las conferencias resultaron agobiantes, terminé perdido
Vagando entre latas descompuestas de desperdicio recalcitrante
Arrastrándome abatido después de la expulsión humillante
Continuaba a lo lejos el aquelarre de aquellos barbajanes
.
Nadie quiso escuchar, solamente los tontos me rechazarían
Vine a dar a una pocilga donde algunos antiguos morían
Todos habían intentado la misma tarea: el sublime cambio
Y, al igual que yo, destrozadas sus ingenuas almas habían sido
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¿Qué necesidad había de transformar la basura en algo divino?
¿Por qué no dejar que se pudrieran en su propio castigo?
A ellos, quienes injuriaban la verdad y se fundían con lo impío
Retorciéndose y mascando se hundían en la absoluta perfidia
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Indagué lo más que pude el comportamiento hostil de sus acciones
Inexplicable y absurda terminaba por tornarse la sabiduría
¿De qué servía proclamar la verdad a quienes la rechazarían?
Era como tirar lo puro en una ciénaga imposible de purgar
.
De mis sermones poco quedó, la palabra fue ridiculizada en el ayer
Me había rendido, era el periodo de la agonía máxima y la defunción
Y, cuando por última vez los miré, el sobresalto me liquidó
Habían osado reproducir su náusea y hacerse llama humanidad
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Libro: Irrefrenable Tristeza