En cuanto sentí el contacto con sus finos labios, me sentí excitado. No podía creer que estuviese besando a un hombre y que me estuviese gustando tanto. No era para nada desagradable, para nada repugnante como siempre se me había hecho creer. ¿No era lo mismo que besar a una mujer? ¿No se trataba solamente de los labios, la saliva, la lengua y los dientes de otro ser humano? ¿Qué diferencia podía haber? Incluso, sentí como si, al unirse nuestras lenguas en un jugueteo coqueto, me excitase más que cuando besaba a Melisa. Y, cuando ocasionalmente abría los ojos mientras nuestras bocas estaban unidas, percibía todo el dolor de su ser, toda la desesperación de un ser que, como yo, estaba cansado y aburrido de esta pésima existencia. Era como si besase a un espejo, a mi reflejo, a una creación propia que se había materializado para poder observarme mejor a mí mismo. En sus ojos había algo divino y demoniaco, tan parecidos a los de Selen Blue, tan profundos y desconcertantes que el hecho de mirarme en ellos era como un regalo del paraíso, como ser poseído por la magia más ancestral.
Supongo que él tampoco había besado nunca a un hombre, pues su sorpresa era similar a la mía. Pero entonces recordé, de pronto, su historia. Sí, la historia de un loco joven enamorado, de un poeta desdichado que amó con una fuerza explosiva a una mujer. Sí, que amó a una mujer que nunca pudo penetrar. A una que, pese a adorarla con un espíritu tan puro y diáfano, jamás pudo satisfacer sexualmente. ¿Qué pasaría por la mente de Arik ahora? ¿Estaría excitado igual que yo? ¿Experimentaría la misma sensación de miedo y ansiedad al besarme? Supongo que sí, porque sus labios, tan hermosos y finos, temblaban mucho. Y sus mejillas, tan blanquecinas y suaves, se habían enrojecido sobremanera. Sin embargo, ambos parecíamos querer comernos la boca, como si con ello pudiésemos calmar nuestro sufrimiento y acariciar con ternura nuestros espíritus. Era, paradójicamente, poético. Era místico saber que el mejor beso de mi vida había sido con un hombre…
–Ven, les dije que les gustaría –mencionó Selen Blue cuando al fin nuestras bocas se despegaron–. No es tan difícil admitirlo. No tiene nada que ver con la homosexualidad, el lesbianismo ni nada de esas cosas. La sociedad siempre se inventa tonterías, pero realmente todos podemos besarnos, acariciarnos y follarnos con todos. Un humano, sin importar que sea hombre o mujer, puede consolar a otro sexualmente. De hecho, esto significaría, como lo veo, la evolución del ser: la bisexualidad.
Ante las palabras de Selen Blue no pudimos replicar nada. Estábamos impávidos, como niños que habían hecho una travesura y que esperaban un regaño. Recordé entonces que, cuando iba a la escuela primeria, un niño me había besado también, y fue algo increíblemente mágico, por ser tan infantil y tierno. Pero como había sido ya hace tanto tiempo, y como lo había considerado algo insignificante, no se lo conté a mis padres ni a nadie, me lo guardé para mí. Hasta ahora lo había olvidado, pero justamente en estos momentos brotaba tal recuerdo. Y, lo más inquietante de todo, era que lo recordaba con un gusto siniestro.
–Bien, parece que no quieren hablar –continuó aquella mujer extravagante mostrándose solo en ropa interior–. Mucho mejor para mí, pues así no tendremos que discutir nada y solo nos divertiremos. Les enseñaré lo que es el “buen sexo”.
Estaba tan ensimismado, y creo que Arik también, que ninguno se atrevió a contradecirle. Después de todo, a eso habíamos venido. No era este el momento de reprimirse, sino de explayarse. ¡Qué curiosa palabra, ahora que lo reflexionaba: “reprimirse”! Me recordó al colibrí y, por última vez, miré aquella sublime pintura antes de seguir a mis dos compañeros de noche a la habitación de Selen Blue. Allí continuaríamos con la diversión, aunque me sentía bastante extraño. Nunca había experimentado tal torbellino de sentimientos y emociones, mismos que ahora fluían como agua gracias a la embriaguez y la droga. Quizás eso era vivir, tal vez ahora había revivido por unos momentos para llevar a cabo mi última batalla.
Una vez en la habitación las cosas se pusieron tan excitantes que perdí por completo la cabeza. De hecho, al amanecer, creía que verdaderamente había muerto, pero, por desgracia, no fue así. Hicimos de todo, casi tan parecido a la orgía que experimenté con Lary. Solo que en esta ocasión Selen Blue rompió todos los límites conocidos y confirmé su reputación de la puta más exótica y misteriosa de todas… En cuanto entramos Selen Blue nos tiró a la cama y se desnudó por completo. En este punto ya no podía reconocer a Arik con claridad, mucho menos después de que Selen Blue nos introdujera, al tiempo que nos daba un buen beso, algo en la boca. Más tarde nos confesó que era una droga cuyo nombre no nos revelaría, pero que nos haría volar “más allá del último cielo”. Creo que casi me da un infarto cuando la contemplé desnuda. Sus senos, su trasero y su vagina eran lo más espiritual que hubiese contemplado en toda mi vida. Además, tenía múltiples perforaciones en sus pezones y en sus labios vaginales, tantas que no podía contarlas. Por otra parte, todo su cuerpo estaba matizado con bellísimos tatuajes que no respetaban las áreas más sensibles.
Alrededor de sus senos tenía los colmillos de un demonio, y debajo corrían unos hilos de sangre que culminaban en la cadera. Alrededor de la vagina, la cual estaba perfectamente depilada, había múltiples sanguijuelas multicolor dando la apariencia de entrar y salir a su gusto. Y en el trasero, convergiendo hacia el orificio anal, estaba plasmada la ingente verga de una criatura tan aberrante cuya morbosa obesidad la hacía parecida a un cerdo con cabeza de lagarto. El tatuaje de dicha criatura se extendía por las piernas y las espinillas, dividiendo cada aspecto de su rostro en dos, naturalmente. Estos eran los tatuajes más significativos, pero poseía muchos otros cuyo significado tenía más que ver con cuestiones esotéricas y cabalísticas. ¿Cómo y por qué se los había hecho? Todo en ella era un misterio. Solo sé que, cuando menos lo esperé, los efectos devastadores de aquella droga misteriosa me hicieron su prisionero, y dejé de distinguir la realidad de la fantasía. Lo último que sentí como real fue la lengua de Selen Blue, con tres perforaciones, y la de Arik, tan refinada, jugueteando con la mía. Se trataba de un beso de tres, algo verdaderamente poético.
Pero las contemplaciones del divino cuerpo de Selen Blue cedieron ante los actos más allá de lo ordinario que realizamos en aquella habitación, la cual, extrañamente, no contenía otra cosa que la cama. Incluso las paredes estaban pintadas de un blanco demencial, sin ventanas y, por efectos de la droga, me parecía que por ellas se filtraba sangre y semen. Después de varios besos de tres en los cuáles Selen Blue nos mordió hasta hacernos sangrar, llegó el momento de desnudarnos. Creo que al comienzo todo fue sexo normal, al menos dentro de lo que se espera en un trío. Selen Blue nos chupó la verga por separado, dándonos una cátedra de lo que significaba ser una puta de primera. Indudablemente, fue casi como morir y renacer cuando aquella boca mística nos succionó todo el semen posible. La chupaba tan bien que con cada una de sus lamidas parecía estar escribiendo un poema. Además, sus tres perforaciones incrementaban magistralmente el placer. Y, ya en pleno estado de éxtasis, introdujo los dos miembros y los cuatro testículos en su boca inusualmente grande. No podía creer lo que estaba pasando, pero sé que así fue, pues en ese momento no pudimos contenernos más y vaciamos una cantidad excesiva de leche en su garganta.
Tal parecía que Selen Blue quería primero recurrir a la boca para despertar todos nuestros placeres, pues nos pidió que, por turnos, le chupáramos lo mejor que pudiéramos la vagina. Además, agregó que se encontraba menstruando y que así lo disfrutaba más. Tanto Arik como yo le hicimos caso y, aunque terminamos manchados de sangre, debo admitir que, al menos en mi caso, fue exquisito haberlo hecho así. Nunca había lamido la vagina de una mujer en su periodo, pero ahora sé que la sangre, combinada con los fluidos vaginales, es una de las cosas más exquisitas que existen. Esto, aunque yo me encontraba bajo los efectos de múltiples drogas, llegó a desconcertarme al principio. De hecho, conforme íbamos animándonos más, el temor y el desconcierto cedieron el paso al placer. Creo que Arik lo experimentaba también así, porque ambos terminamos casi al mismo tiempo, eyaculando gran cantidad de semen en la boca de Selen Blue por segunda vez. Y fue en ese momento cuando supe lo hermoso y rico que era contemplar una verga y, sobre todo, sacarle la leche a otro hombre. Era algo de lo más natural, condenado por una sociedad que divagaba en la hipocresía y la mentira.
Lo que siguió fue un constante intercambio de roles y posiciones. Primero fue Selen Blue conmigo (no sé por qué me eligió primero) e hicimos de todo. Ella era una experta en la cama, enseñándome cómo disfrutar al máximo de cada movimiento. Está de más decir que sus gemidos eran más celestiales que el canto de todos los ángeles del cielo. Gemía como la mejor puta, pero tan sublimemente que parecían como los gemidos de una diosa. Jamás unos gemidos me habían encantado a tal punto. Además, no dejaba de hablar sucio e insultar, pidiendo a cada momento que la destrozáramos, que acabáramos con ella. Y, entre tanto, no dejábamos de alcoholizarnos y drogarnos, pues su repertorio eran inmenso. Luego de haberla follado intensamente, fue Arik quien me reemplazó, y la diosa de ojos lapislázuli hizo con él lo mismo que conmigo. Aunque creo que Arik aún estaba anonadado por la singular belleza de Selen Blue, y, pese a conocerla mucho antes que yo, parecía no creer lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, rumbo al final, la folló con tal violencia que Selen Blue hizo un squirting tremendo con el cual me empapó la cabeza, pues segundos antes de venirse me tomó para que le lamiera el coño.
Luego siguió la fase en la cual los tres participamos. Primero Arik por el culo y yo por la vagina, para invertir los papeles a continuación. Selen Blue estaba al borde del colapso con tanto placer, pues según ella “no había nada que se comparara a la sensación de tener dos vergas introducidas al mismo tiempo”. Nos confesó también que nunca se limpiaba el culo, por lo cual seguramente nuestras vergas saldrían embarradas de mierda, y así fue. No sé por qué, pero este hecho se convirtió en un detonante del placer a pesar de ser aborrecible en sí. Y, en un acto frenético, Selen Blue chupó nuestros miembros batidos y luego nos besó, para convidarnos de aquel batidillo funesto, el cual por cierto era bastante rico. Luego, le violé la boca a Selen Blue hasta ahogarla mientras Arik la cogía por la vagina como una bestia y, con un vibrador enorme, le penetraba el culo al mismo tiempo. Después, yo tomé el puesto del poeta deprimido y cogí con toda la fiereza que pude aquel agujero majestuoso en donde quería hundirme para siempre.
Entonces llegó el momento que Selen Blue más disfrutó. Se puso excesivamente seria y estricta, e insistió con vehemencia en que Arik y yo debíamos penetrarnos mutuamente. Sin más remedio y con un pudor absurdo, así lo hicimos. Y comprendí entonces cómo del dolor se puede pasar tan mágicamente al placer, pues nada era tan rico como experimentar las embestidas del melancólico poeta. Debo confesar que era algo que hace tiempo me inquietaba, pues cada noche me picaba el culo y luego me lamía los dedos, solo para convencerme de cuán excitante era esta acción. Sin embargo, no me atrevía a confesárselo a nadie, hasta ahora. Le piqué el culo a Arik y él me lo picó a mí, para luego darle a lamer los dedos, al mismo tiempo, a Selen Blue, y culminar con un beso.
Ciertamente, fue extraño el comienzo. Un miembro caliente entrando en el ano no era usual, pero tampoco me desagradó. Y, cuando al fin entró toda y mi culo fue cogido con violencia, mis lágrimas se convirtieron en gemidos exquisitos. Era tan misterioso sentirse como una mujer con una verga adentro del cuerpo, algo que tanto me negaba a experimentar y que ahora me encantaba. ¡Cuán espiritual era ser cogido por otro hombre, casi tan placentero como eyacular en el coño de una mujer! Finalmente cambiamos de posición y Arik experimentó lo mismo mientras le abría el culo e introducía mi verga parada y lechosa lentamente, para luego darle con todo. Cabe resaltar que, mientras esto ocurría, Selen Blue se masturbaba con inaudita pasión, soltando gritos y expresiones tan morbosas y cínicas que solo contribuían a elevar la depravación.
Así, decidió unirse a la fiesta. Afirmó que el mejor lugar era el de en medio, y que me lo dejaba a mí primero para experimentar “un placer más allá del cielo y del infierno”. Le hice caso y me coloqué en medio. Y mientras Arik me reventaba el culo, yo devolvía a Selen Blue, en su culo, todo lo que aquel me hacía. No obstante, el culo de aquella pícara mujerzuela parecía tan abierto como su coño, y no le dolía lo más mínimo. El momento cumbre llegó cuando sentí la leche hirviendo del poeta deprimido bañando mi interior, y yo hice lo propio con el de Selen Blue. Entonces confirmé que era cierto lo que me había contado: no podía existir algo más inefable y precioso que ocupar el puesto medio en un trío con dos espejismos de mi alma.
Intercambiamos papeles tanto como pudimos, rolándonos para que todos experimentáramos lo que se sentía estar adelante, en medio o atrás. Selen Blue, cuando la situación lo requería, usaba un calzón que tenía guardado desde hacía tiempo. Los gritos, los besos, las caricias, el frenesí, el placer, los orgasmos, las corridas, la sangre… ¡Todo fue mágico y sublime! Y al final los tres aceptamos la premisa de Selen Blue, e incluso nos peleábamos para ver quien estaría en medio. Todavía duramos largo rato en este intercambio furioso donde los tres nos amalgamábamos perfectamente. Y, por supuesto, yo no perdí la oportunidad de apretar salvajemente las divinas tetas de aquella puta mística hasta sacarles leche y lamerla con lujuria. Creo que sus tetas pesaban más que bolas de boliche, y sus pezones eran como los ojos de una entidad que purificaba mi espíritu al chuparlos y succionarlos.
Fue así como lo ordinario también terminó por aburrirnos y como pasamos a realizar toda gama de cochinadas, una tras otra. Selen Blue se orinó y se cagó en nuestros cuerpos y bocas de un modo bestial. Y yo, que nunca había probado el sabor de la mierda y los orines ajenos, quedé más que encantado. Claro que estaba ya tan afectado que no se me ocurrió pensar en Akriza ni un solo instante, pero ¿qué estaría ella haciendo ahora? ¿Acaso lo mismo que yo? Luego, los papeles cambiaron y Selen Blue nos mamó el culo para después solicitarnos que la orináramos y la cagáramos. Para nuestra sorpresa, tragó nuestra mierda como si se tratase de un manjar, chupándose los dedos y pidiendo más. Pero, por más que nos esforzamos, ninguno pudo cagar más que pequeños trozos, los cuáles no la complacieron. Y, en su frenesí, nos dijo que estábamos a punto de ir al siguiente nivel…
Precisamente para ir al siguiente nivel era menester llevar al máximo todo. Entonces combinó en tres tacitas toda clase de drogas (polvos, pastillas, hierbas etc.) y las revolvió con sustancias de varias botellas (ron, vodka, tequila, etc.). Una vez que la aberrante mezcla estuvo lista, cada uno le dio un sorbo. Selen Blue nos detuvo, y dijo que con un sorbo bastaría, porque, si nos bebíamos toda la taza, no íbamos a poder continuar. No estoy seguro de qué hora de la madrugada era, pero sabía que lo peor (mejor) estaba por venir. Arik se notaba más cansado que yo, pero estaba igualmente animado. Ninguno de los tres tenía cabeza más que para los vicios, y yo sentía que, en breve, moriría, tal y como lo había pensado.
Lo que siguió fue que Selen Blue nos solicitó introducir nuestras dos vergas juntas, primero en su vagina y luego en su culo. Pero como esto no la satisfizo, y viendo a Arik ligeramente fatigado, le despachó y se quedó conmigo, en lo que este descansaba un poco. Pero solo un poco, porque luego de mí le tocaría a él. Le metí entonces el brazo completo en la vagina y luego en el culo, con lo cual gimió más duro que antes. Lo hacía con extrema violencia y, aunque sangraba, esto le fascinaba. Tanto así que decidió que el brazo no era suficiente, y me pidió que introdujera cada una de mis piernas en su vagina y su culo, respectivamente. Así lo hice y el placer que parecía experimentar la hizo proferir incoherencias, tales como pedir que satanás la follara, que un burro le eyaculara dentro o que la empaláramos viva. Cuando al fin retiré mis piernas, estaban empapadas de sangre y fluidos, lo que encantó a Selen Blue al punto de lamerlas lentamente. Lo mismo hizo con Arik, y parece que le gustó un poco más ya que sus piernas eran más gruesas. No cabía duda: Selen Blue estaba más excitada y enloquecida que nunca en su vida. Seguramente esta vez sí que íbamos a morir antes del amanecer, pero eso era justo lo que yo tanto había soñado por tantas noches.
–¡Más, quiero más! Aún no han visto nada, les mostraré hasta dónde puede llegar mi ego –vociferaba Selen Blue mientras ardía por dentro.
Llegó entonces un punto clave en las travesuras de aquella noche, uno que me hizo revolver el estómago, aunque creo que esto era exactamente lo que Selen Blue deseaba para su siguiente fantasía. Lo que ella hizo en cuestión fue ir a una habitación contigua, de donde se habían escuchados ladridos de una perra. Y, cosa del diablo, ¡trajo en las manos la mierda de esta para comérsela frente a nosotros! La saboreaba y disfrutaba cada pedazo, embarrándosela en los pezones y en la vagina. Al ver que ninguno de nosotros se le unía, nos sacudió y nos hizo mamarle estas partes embadurnadas previamente. Debo confesar, no sé Arik, que esto en el fondo me fascinó. No encontré ninguna diferencia entre el sabor de la mierda de Selen Blue y el de su perra, hasta se me hizo que tenía mejor textura esta última.
Pero mi estómago no resistió y confesé a Selen Blue que quería vomitar. Para mi sorpresa, ella sonrió malignamente y dijo que lo podía hacer en la cama. Específicamente, en su boca y en su cuerpo. Así lo hice y tanto el olor como la consistencia trastornaron por completo a aquella puta. No solo tragaba con desesperación mi vómito, sino que se revolcaba en él, manchando todas las sábanas y el colchón. Pidió a Arik que se nos uniera y este así lo hizo. También ella vomitó y nos obligó a tragarnos su porquería. Al fin y al cabo, el vómito de los tres estaba mezclado. No solo lamíamos dicho vómito, sino que tuvimos sexo todos embarrados de él, y fue estupendo. La imagen de Selen Blue mamando y vomitándome la verga es algo que jamás podría olvidar, acaso lo más sagrado que me haya ocurrido en la vida. Y, tras haber concluido con esta fantasía más que repugnante, hallándonos los tres pegados y batidos de mierda, vómito, sangre, semen, fluidos, sudor, orines y demás, a Selen Blue se le ocurrió otra cosa para subir el nivel aún más…
Esta vez nos solicitó que la golpeásemos, pero con furia. Al ver que Arik no servía para estas cosas, pues según ella “pegaba como un maricón”, solamente me permitió hacerlo a mí. Yo notaba que el poeta deprimido lucía cada vez peor, pero que se esforzaba por mantener el ritmo. Creo que lo que más lamenté fue haber destruido el hermoso rostro de aquella puta, o quizá lo maltratadas que quedaron sus tetas, su trasero y su vagina. Curiosamente, le encantaba que le mordiera con salvajismo su coño ensangrentado, inclusivo que le arrancara trozos de carne. Recuerdo entonces que le arranqué parte los pezones y ella se los comió. Este sufrimiento extremo le proporcionaba, a su vez, un deleite divino. Estaba toda ensangrentada, pero no era aún suficiente. Me pidió que le lamiera todo el cuerpo batido de porquería, desde los pies hasta los cabellos, sin omitir ningún espacio, y así lo hice. Luego, viendo a Arik sin nada qué hacer, le ordenó que, en un recipiente donde aparecía la imagen de cristo, reuniera un poco de cada uno de los líquidos expulsados en aquella depravada noche para culminar bebiéndolo y dándonos un beso de tres nuevamente, pero con toda aquella ignominia en nuestras bocas.
Todo parecía indicar que finalmente la perversión de Selen Blue llegaría al límite. Yo, además, ya no me sentía tan conmovido en el fondo. Aunque al principio, bien es cierto que sus fantasías me ensimismaban, terminaba por aceptarlas como algo normal. Pues, después de todo, ¿no es algo inherente al humano cometer toda clase de crímenes? ¿No es parte inmanente de nuestra psique la depravación sexual? Yo sabía que así era, pero que comúnmente se negaba por intentar cumplir los absurdos y falsos principios morales que imperaban en la sociedad. Pero ¿no era evidente la imposibilidad de mantener encerrados aquellos deseos de depravación y violencia que tan hipócritamente se buscaba reprimir mediante los dogmas religiosos, los valores morales y toda la sarta de mentiras que se imprimían en la consciencia humana con tal de silenciar la voz interna? ¿No se explicaba de ese modo la inmensa cantidad crímenes cometidos diariamente, la infinita cantidad de mujeres violadas, de personas asesinadas, de robos, homicidios, suicidios, agresiones, desviaciones, locuras y toda la clase de cosas que tanto espantaban a algunos? ¡Debía estar en nosotros! Tantos años y todavía no comprendíamos la gran verdad: este mundo no tenía ningún sentido, nuestra existencia era solo un error y cualquier logro de la humanidad era intrascendente en el universo.
La raza humana continuaría su camino hacia el abismo, con un destino que era indiferente ante ella y con inexistentes dioses ante los cuáles millones de tontos se arrodillaban día con día dirigiendo súplicas ridículas. Porque eso era evidente: el mundo se estaba pudriendo, y nosotros, los seres más evolucionados de todas las eras, hasta dónde se sabía, éramos parte fundamental de toda esa corrupción y miseria. Sí, así era: ¡los verdaderos monstruos, los mayores enemigos de todo lo hermoso y sublime en el mundo, los más grandes destructores y los primeros en merecer extinguirse no eran otros sino los humanos! Siempre los humanos eran los causantes de toda la miseria que imperaba en su mundo. No obstante, parecía que, entre más avanzaba el tiempo, en lugar de un cambio positivo, todo tendía a empeorar y las pocas buenas cosas se veían opacadas con mayor vigor por la inmundicia humana. Además de no saber hacer otra cosa que ser miserables, entrometerse en la vida ajena, pelear, destruir y fornicar los humanos tenían una habilidad que no parecía tener límites: la de ser más estúpidos y viles a cada momento.
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El Extraño Mental