No soy un asesino, lo juro. Tan solo quería distraerme un poco del aburrimiento ocasionado por esta execrable existencia, pero no creí que sería un crimen masacrar a aquellas familias y luego comerme sus cerebros mientras me masturbaba con sus cadáveres.
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Estar solo no es malo, lo realmente preocupante es estar rodeado de personas y, aun así, sentirse solo. Aunque esto es tal vez natural para los poetas suicidas que ya no pueden adherirse a la pseudorealidad con gusto ni tampoco tolerar la compañía de otros títeres.
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Nos pasamos la vida preocupándonos por la vida cuando en realidad deberíamos preocuparnos por la muerte, pues será esta última donde nos quedaremos eternamente, al menos hasta donde sabemos, y no en esta efímera y patética experiencia de sufrimiento carnal a la que tan tontamente nos ceñimos.
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No debemos permitir que nadie destruya nuestro sueños, para eso nos tenemos ya a nosotros mismos. Y ¡vaya que hacemos un estupendo trabajo por nuestra cuenta!
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No me queda otra conclusión a la cual llegar salvo que somos demasiado tontos como para seguir sufriendo absurdamente en esta ominosa existencia cuando bien podríamos suicidarnos en este preciso momento.
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La Agonía de Ser