Por supuesto que las infames personas a nuestro alrededor no son iguales a nosotros. ¿Cómo podrían serlo? Son inferiores, desde luego; y merecen ser tratadas como tal. No solo sus creencias, perspectivas e ideologías son una completa estupidez, sino que su simple existencia denota ya en sí lo más aberrante y patético que pueda concebirse.
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Jamás debemos tratar a nadie como nuestro igual, pues eso ofendería en demasía nuestro ego. Por si cabe la duda, obviamente debemos tratar a todos como inferiores. Y es que no podría ser de otro modo, ya que los seres a nuestro alrededor serán en su mayoría títeres del sistema cuyo único objetivo es alimentar esta pesadilla existencial mediante la producción en masa de más esclavos mentales como ellos.
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Solamente vale la pena entablar algún tipo de relación (afectiva, amorosa, laboral, etc.) con alguien que nos sea útil y nos reporte algún beneficio ahora o en el futuro. De otro modo, es preferible desechar de inmediato esa relación y permanecer en soledad.
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Odia a la humanidad entera por ser una raza tan patética, odia a tus semejantes por ser tan estúpidos, odia a tu familia por haberte traído a este mundo nauseabundo y haberte adoctrinado, ódiate a ti mismo por no suicidarte y prolongar tu asquerosa vida y, finalmente, ódiame a mí por ser tan brutalmente humano. Deja que el odio te consuma, que se apodere de tu ser y que libere tu sombra, ya que únicamente así conseguirás la auténtica libertad.
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El ojo que todo lo ve no excluye ningún tipo de materia, tan solo espera ansiosamente la oportunidad perfecta para consumir nuestra esencia mediante el miedo. Esa es la mentira que impera en esta malsana realidad y mediante la cual se controla nuestro cuerpo, mente y alma.
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La Agonía de Ser