Eras la eternidad que vivía en mi alma (aún humana) y también la quimérica esperanza que me había sido robada, pero todo eso no es ahora sino el frágil y melancólico recuerdo de un pobre sueño suicida donde la tristeza fue siempre la única constante. Es inevitable, pero todo debe sucumbir así: absurdamente y en pleno éxtasis de sangre, locura y muerte.
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De hecho, cuando sentimos que todo está roto dentro, el exterior y todo lo demás es sólo un ligero rasguño. Esta vez, al parecer, lo descuartizado se puede volver a romper en un montón de fragmentos ensangrentados de lo que fue nuestro nostálgico amor. Mi vida, si es que así puede llamársela a esta tragicomedia, ha llegado a su fin del modo más incongruente, pero también del único posible. Me mataré esta noche sin importar qué más ocurra o quién intente detenerme. No tiene ningún caso proseguir en una existencia que odio con todo mi ser, y más ahora que el único ser que podía hacerme sentir menos miserable ha decidido marcharse para siempre de mi lado.
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Quizá sea mucho lo que quiero de ti o tal vez no. Tan solo te pido una cosa: quédate conmigo hasta que el fuego de mi alma se haya extinguido y hasta que mi corazón ensombrecido haya cesado sus patéticos latidos.
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No necesito joyas, dinero ni nada de lo que el miserable ser humano considera valioso en este mundo absurdo, pues, a tu lado, todo eso pierde su valor. Tan solo sería un pedazo de basura junto a tu alma, que me parece lo más inefable que alguna vez haya contemplado; centelleando con ese singular resplandor que dispersa las infinitas tinieblas que se ciernen a mi alrededor.
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Quizás en algún otro mundo pueda disfrutar de tu perfecta magnificencia no solo un momento, sino miles de ellos. Al menos hasta que nuestro destino sea volver a existir y a sufrir en esta lúgubre realidad, pero también a sentir que la muerte nos consume mucho más que la vida.
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Tan solo fuimos dos indomables espíritus que aún luchaban patéticamente por desintoxicarse de la enfermedad que se ha extendido por todo lo que puede ser comprado en esta asquerosa humanidad. Y que, peor aún, en su recalcitrante desesperación, llegaron a imaginar, con excelsa ingenuidad, que podían todavía amarse una vez más.
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Amor Delirante
