Mi vida es tan miserable como la de cualquier otro ser, pero cuando estoy contigo debo admitir que todo luce mejor. Este absurdo maldito se torna más llevadero y hasta creo que podría intentar ser feliz contigo si tan solo existiese un “nosotros”.
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El inmenso sinsentido existencial en el que divago constantemente tan solo mengua un poco cuando es tu inefable esencia la que en mis ojos apagados refleja su peculiar y hermoso brillo.
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Podría estar contigo, experimentar esa clase de amor que jamás mi alma ha inundado. Podría decirte lo mucho que te amo, pero eso implicaría separarme para siempre de tu lado. Prefiero entonces amarte así, contemplarte desde la lejanía de mi melancólica soledad. Y prefiero, sobre todo, verte sonreír a su lado, pues bien sé que al mío solo hallarías dolor y desasosiego.
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No sé si sea una condena poder estar tan cerca de tus labios y no poder siquiera rozarlos. No sé si solo sea una tonta fantasía mía, pero no te imaginas cómo quisiera poder ser yo el motivo de cada sonrisa tuya que adorna tu bello rostro con absoluta armonía. En lugar de eso, empero, soy solo una patética sombra cuya oscuridad ha terminado por trastornar mi cordura.
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¡Qué divino me resulta escucharte, verte y olerte! Tanto que quisiera por siempre conmigo tener tu voz hechizante, tu mirada deslumbrante y tu cuerpo vibrante. Y ¡qué horripilante se torna el saber que ya tienes a alguien que te hace feliz! Pero, si sigues enamorándome, te apuesto a que uno de estos días un beso voy a robarte sin importar si luego de eso me condenas al olvido eterno.
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Amor Delirante