El hecho de que seamos suicidas que no nos hemos suicidado aún no significa que no estemos en absoluta crisis y que nuestra desesperación y hartazgo no sean extremos, ¡por supuesto que sí! E, incluso, me parece que tal estado es aún peor, pues nos encontramos sufriendo demencialmente por querer desprendernos de una existencia que jamás solicitamos y aborrecemos, pero que, paradójicamente, no nos hemos atrevido a desechar.
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No me gustaba cómo eran la existencia ni el mundo ni la humanidad ni la sociedad ni yo… No me gustaba nada, lo único que quería era que todo se terminase cuanto antes y de la manera más abrupta posible.
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Acaso se trate tan solo de los delirios de un loco, pero es que no se podría llegar a tal estado de locura después de haber reflexionado seriamente sobre la existencia, el ser, el tiempo, la realidad o la muerte, entre otras. Porque, si no es la locura, entonces tendría que ser el suicidio nuestro emblema en tales condiciones.
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La existencia es solo una broma de pésimo gusto y los seres que la experimentan son solo marionetas perfectamente condicionadas para estar a gusto con su propia miseria.
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La miseria existencial inundaba mis entrañas cada vez más y carcomía mi espíritu hasta límites insospechados, pero nada podía hacerse al respecto, pues, mientras me encontrara con vida, no podría ser otro mi triste y funesto destino.
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Las probabilidades de morir son muy altas y, sin embargo, aún sigo aquí, aunque lo único que quisiera ya es cortarme las venas. Espero que pronto se inclinen a mi favor aquellas patrañas del azar y me confieran al fin la extinción absoluta de cualquier mundo, realidad o universo.
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Desasosiego Existencial
