Los eones transcurrieron hasta que en mi defunción concluyó la búsqueda
Impertinente solaz para una agobiada y apretujada semblanza inicua y fútil
Inútil se tornaron la tristeza y el pesar que con la existencia conjugaron mi locura
Y, con premura, invocando antiquísimos ritos y emisarios, escupí mi vida
.
No obstante, la señal de los caídos abrazaba mi carne y mi cerebro era consumido
Gran señor de los cósmicos y refulgentes tiempos donde los humanos perecían
Majestuosa esencia magnificente que con tu luz despojaste la herejía
Contemplé insatisfecho el surgimiento de la raza cuya decadencia absorbía
.
Atribulado yacía, ahíto y harto de quimeras idílicas que sublevaban el conocimiento
En detrimento del mundo fue la aguja que se clavó para siempre en la sustancia
Fulgurantes criaturas esperaban en guaridas, ansiosas del destructor máximo
Jamás comprendí los misterios de una vida marchitada y sus banales atavismos
.
Yo, que bramaba en la noche eterna, añoraba en lo prohibido las formas cromáticas
Me entristecía y murmuraba inservibles y fatídicas conjeturas sin sentido
¿Cómo iba yo a saber, tan escueto, que el humano no era algo bueno ni perfecto?
¿Cómo podría predecir, siendo mortal, que el fin de esta raza sería un despertar?
.
Absurdo resplandor de efervescente crueldad desplegada en la intrascendencia
Sangre y perdición clamaban los gigantes cuando les fue extirpada la salvación
La inmaculada alma de aquellos con el ojo luminiscente mostró el futuro
Antes de que el vacío me consumiera, quería que el humano de existir cesara
.
No podría conseguirlo en esta superflua quimera, aunque límpido creía ser
Tantos seres, todos influenciados y sin alma, ciegos y adoradores de la blasfemia
Cruenta ignorancia era el emblema que con orgullo vilipendiaba en esos profanos
La muerte se retorcía angustiada cuando alguno de los imberbes a ella recurría
.
Libro: Irrefrenable Tristeza