El padre de Mertin parecía tener bastantes dificultades para hablar, pero, aun así, tuvo la firmeza para contar cómo aconteció la pestilente desdicha que ahora los envolvía a todos en aquel raro universo de la tristeza infinita. En sus palabras podía percibirse una melancolía endemoniada y un arrepentimiento cerval, parecía casi como si lamentase su propia existencia. Aquel hombre malogrado de aproximadamente 50 años no concebía que las cosas hubiesen terminado así, ni mucho menos que su propio hijo resultase envuelto en todo esto. Pero ahora ya nada se podía hacer, pues las tinieblas lo habían conquistado todo y no había marcha atrás. En breve, Desmetis planeaba utilizar todos los elementos conjuntos para fusionar las 12 dimensiones del Hipermedik y, así, convertirse en el orquestador que manipulara a la entidad divino-demoniaca.
–Esto aconteció hace mucho tiempo, no sé cuánto, debido a que aquí no he envejecido, pero fue cuando eras muy pequeño… Debo confesarte que esa chica que está ahí fue adoptada por nosotros, la encontramos un día tirada entre desperdicios de excremento y otro tipo de basura. La recogimos y estábamos encantados con ella, tú dejaste de ser aquel niño adusto que eras y jugabas con ella todos los días. Estoy seguro de que es ella, aunque haya crecido, puedo reconocerla. Un día ella despareció para nunca volver, todo lo que supimos es que había ido en dirección al Bosque de Jeriltroj. Salimos a buscarla y nunca la encontramos, era como si se la hubiera tragado la tierra. Nos dolió bastante, estábamos realmente encariñados con ella y tú la querías mucho. Pese a eso, nos resignamos a dejarla ir y tú con el tiempo lo olvidaste. Buscamos por todos los alrededores, pero nadie sabía sobre ella. Tu madre jamás lo superó, siempre compraba ropa de niña con la esperanza de que ella volvería algún día, incluso como adulta. Por ese tiempo, yo estaba fascinado con el ocultismo y las prácticas relacionadas con el esoterismo. Un día invité a un amigo a una sesión y todo se salió de control, terminamos la sesión en la casa de la puerta azul, la del número 266. Recuerdo que ese día fue cuando todo cambió y cuando quedé atrapado aquí para siempre. La sesión comenzó en la habitación de un hotel que rentábamos ocasionalmente, pero se complicó y fuimos a su casa; la tabla mágica estaba enloquecida. Yo sabía que, a través de ella, se podían contactar extrañas entidades que inclusive podían cruzar a este universo. Había leído un viejo manuscrito que hallé en una de mis visitas a Egipto acerca de una extraña leyenda donde se hablaba de una sociedad llamada La Sociedad Oscura. Se mencionaba que existía en un universo paralelo, eran muy parecidos a nosotros, pero mucho más evolucionados en genética espiritual, geometría sagrada, control del aura, portales dimensionales, entre otras cosas. Me llamó la atención sobremanera la rara conexión que estos seres mantenían con una deidad que ellos llamaban Silliphiaal, una especie de criatura divina que existía desde antes de la existencia misma, que permanecía en estado vegetativo y que requería una gran cantidad de energía negativa para despertar. Su principal alimento eran las emociones humanas: el miedo, la avaricia, la inseguridad, pero, sobre todo, la tristeza. Esta especie de dios sempiterno habitaba en las dimensiones más inestables, oculta en las más execrables sombras, esperando el día en que las almas elegidas fueran ofrecidas a la gran bestia, pues entonces ese día la raza humana conocería el renacimiento del verdadero anticristo. Lo que más me impactó fue saber que, de algún modo, la energía de los seres humanos era su favorita. Traté de comunicarme con alguna entidad de La Sociedad Oscura, aunque sin éxito. Posteriormente, entré en contacto con una entidad que se identificó como una especie de reptiliano, no entendía muy bien porque hablaba telepática y muy rápidamente. Nos pidió que juntáramos energía para que pudiera atravesar la dimensión que lo separaba. Para ello, nos pidió un sacrificio, y yo estaba tan interesado o hipnotizado que le ofrecí mi vida a cambio de lo que pudiera decirnos. Pasados unos minutos, la tabla mágica se partió, ambos perdimos el conocimiento y, al despertar, observé cómo ese monstruo reptil se comía a mi amigo, pero no físicamente, sino espiritualmente. Además, estábamos en una habitación oscura con muchos planetas alrededor y árboles rojos, pero, sin duda alguna, lo que más me impactó es que la sombra inmensa y perversa que estaba detrás de ese reptiliano es la misma que veo ahora detrás de ese sujeto que no sé quién sea. A pesar del miedo, me atreví a conversar con esa criatura. Él me contó que estábamos en un universo paralelo, y que, en realidad, era uno de los líderes más sobresalientes de su raza, los cuáles habitaban en las dimensiones inferiores. Lo que buscaba era hacer que su dios Silliphiaal despertara y pudiera adueñarse de la Tierra, ya que solo la energía de los seres humanos le proporcionaba tal fuerza. Posteriormente, extendería su infame poder a todo el Hipermedik (o dimensiones superiores), cuando estuviera apto para absorber energía más sublime. Entonces me mostró la imagen de dos jóvenes, uno muy parecido a ti y otro a ella, los cuales eran víctimas de la oscuridad. Mencionó que ese era el futuro y que todos los destinos confluían al despertar de Silliphiaal. Yo me opuse y traté de golpearlo, solo que su fuerza iba más allá de lo físico, así que, en un último intento, utilicé la semilla de la Flor de Lilith que obtuve de un ermitaño que visité una vez en los Montes Urales. Según él, esta semilla le fue otorgada por un Pleyadiano, el cual le dijo que servía para retrasar cualquier mal. La desventaja era que, una vez crecida la flor, atraería a las almas que tengan emociones negativas; es solamente una forma de retrasar el mal, no de destruirlo. Recordando lo anterior, utilicé la semilla de la Flor de Lilith sobre Silliphiaal y, al parecer, tuve éxito, solo que mi espíritu fue débil y algo me capturó. Era una clase de tentáculo viscoso que salía de aquella sombra inmensa el que me tomó y, después, todo lo que recuerdo es haber despertado en una dimensión alterna, con esta cosa drenando mi energía. Lo que barrunto es que ese líder reptiliano me usó como contenedor de energía, pues Silliphiaal estaba sellado por un tiempo y necesitaba algo que le diera provisiones, ya que en su estado vegetativo la cantidad de energía que podía absorber era muy mínima. Y, si seguía así, perdería la oportunidad de volver a controlar las reencarnaciones, pues, según ese reptiliano, hubo una época en que lo había hecho ya. Eso es todo lo que puedo recordar, lo lamento por haberte abandonado tan joven, pero no fue mi decisión. Al parecer, mi curiosidad me llevó demasiado lejos. Tan solo te pido que te salves, y también salva a tu hermanastra. Vivan por mí y dile a tu madre que la amo por encima de todo, que nunca me olvidé de ella y que, en cualquier universo, es la mujer más hermosa para mí, a pesar de su rareza y locura.
El padre de Mertin comenzaba a perder el sentido. El lugar se hacía más sombrío y melancólico, era como si el apocalipsis estuviera ya cerca. Un fuerte viento soplaba vigorosamente y el ambiente se tornaba tenso sobremanera. Desmetis no dejaba de reírse tras cada palabra pronunciada por el padre de Mertin, incluso se había tirado al suelo en un ataque de risa. El cielo estaba agrietándose y aquella sombra de la entidad hermafrodita golpeaba con más fuerza, casi como si fuese a devorar aquel universo.
–Bien, suficiente. No sé de dónde sacó tantas tonterías ese viejo, pero es hora del adiós, así que… ¡desaparece en la nada! –vociferó Desmetis.
–¡No, espera! ¡No lo hagas…!
–No te preocupes hijo, te quiero y me ha dado tanto gusto que estés a salvo. Fue mi propia curiosidad la que me metió en estos asuntos y ahora seré nada, solo eso. Vive por mí y siempre haz lo que te dicte tu corazón, no lo que otras personas esperan de ti.
La masa asquerosa en donde se encontraba el papá de Mertin no pudo más y estalló. De su interior, salieron pequeñas cosas parecidas a las bacterias que Mertin alguna vez observó en sus clases de biología. Luego, estas se pegaron a su papá e hicieron que su piel se hiciera necroazul; seguido de esto, las Belz se abalanzaron sobre él y lo consumieron como si fuera un pedazo de carne en descomposición. Mertin estaba tan conmocionado que todo el cuerpo le temblaba y la boca no le respondía. Trató en vano de romper la prisión dimensional, pero esta vez no logró hacerle el más mínimo rasguño.
–La ingenuidad de ambos me cautiva, humanos miserables –afirmó Desmetis mientras reía, como siempre–. Tengo mis propios métodos, eso sí. Es hora de que ocurra aquello que estaba destinado a ocurrir. Para poder controlar a Silliphiaal, tendré que follarme a esa jovencita, y luego haré que dé a luz inmediatamente, pues aquí el tiempo actúa como uno lo deseé. Después, alimentaré a nuestro hijo con las Belz y me lo comeré. Tú no tienes idea del poder que esa joven tiene, pobre tonto. Y, combinado con el mío, nuestro retoño será una gran mezcla de energía que debo absorber. Ustedes no tienen la menor idea de su importancia en aquel universo paralelo, pero ha llegado el momento de actuar y dejar de hablar. Así que prepárate, ramera asquerosa, porque aquí voy. ¡Te voy a meter toda mi verga en tu panocha putrefacta! ¡Ja, ja, ja!
Desmetis se acercaba a July cada vez más, su mirada centelleaba con una lujuria indecible. Sus manos se retorcían y sus ojos parpadeaban enloquecidamente, las Belz se aglomeraban y bramaban vehementemente, todo el Hipermedik temblaba y se agitaba ante tal sacrilegio. Se notaba que estaba sumamente excitado, pues su pito había ya desgarrado el pantalón y sus testículos parecían los de un burro. No solo era grotesco aquello, sino incluso hasta irónico.
–¿Qué es lo que vas a hacer, malnacido? ¡Aléjate de ella inmediatamente! ¡No te atrevas a tocarla! –gritaba vanamente Mertin.
–Tú tranquilo, amiguito –reía Desmetis–. No haré nada que no esté en el destino perfecto. Ahora solo calla y observa como hago mi mujer a esa pequeña putita. ¡La voy a partir en dos con mi verga de burro!
Desmetis quebró fácilmente la prisión dimensional donde se hallaba July y la tomó de la mano con violencia. Incluso ya en esos momentos de su pito inmenso escurría un líquido necroazul bastante viscosos, su semen de seguro.
–¡Oh, querida mía! ¡Oh, mi puta favorita! El día de hoy será cuando finalmente unamos nuestros corazones, cuando te haré gritar de placer y gemir hasta que te sangre el trasero.
–¡Maldito, no! ¡No te atrevas a hacer nada! –gritaba Mertin desesperadamente.
July estaba totalmente ida y, de algún modo, paralizada, no podía mover ni uno solo de sus miembros. Todo lo que le quedaba era ser víctima de aquel sujeto, resistir las fuertes embestidas que estaba a punto de recibir.
–Vamos Mertin, no seas envidioso. Sabes, puedo dejarte algo si quieres, digamos que será el postre. Y tú July, tomé las medidas necesarias por si acaso, así que es fútil que te resistas, pues no podrás moverte. Mi poder es muy grande y en este universo soy invencible, ¡ja, ja! ¡Ahora, que comience la diversión! ¡Ya quiero follarte, golfa de mierda!
–July… ¿Por qué? ¿Por qué tú? ¿Por qué nosotros? ¿Qué hicimos para merecer esto? ¿Por qué todo lo que quiero siempre termina mal?
–Ya te lo explicó tu padre, amiguito. Tú fuiste quien provocó todo esto, bobo. Si no hubieras tenido tantos sentimientos negativos, yo no hubiera podido parasitar tu ser. Tú fuiste quien cortó la Flor de Lilith y, gracias a eso, ya casi está libre Silliphiaal. Pero ya dejaré de hablar, tú solo me quieres distraer. ¡Ahora es momento de violar a esta ramera y joderle su cochambroso coño!
Desmetis tomó a July y la llevó a lo más alto del lugar, todo el Hipermedik parecía magnetizarse y llenarse de una extraña energía, todo se tornaba tenso y opresivo. Las Belz gemían y bramaban esperando por Silliphiaal, alborotándose en un espectáculo sin igual. Fue entonces que comenzó el nefando acto de Desmetis, algo verdaderamente desgarrador. Lentamente, introdujo su lengua en la boca de July, quien no podía hacer absolutamente nada para evitarlo, pues una extraña fuerza la tenía paralizada. La saliva de Desmetis escurría por los labios de July y le quemaba la boca. En una de esas, la mordió y un chorro desangre se mezcló con el necroazul de aquel pintoresco sujeto. Luego, pasó a su cuello, comenzó a lamerlo y morderlo mientras le acariciaba el rostro y le metía el dedo en la boca. Acto seguido, le arrancó toda la ropa como si de un tigre se tratara y posó sus garras en la suave y tierna piel de aquella niña, que solo podía gritar desesperadamente. Los gritos eran horrorosos, era como si le estuvieran encajando un cuchillo a un perro envenado o como si las úlceras de los mendigos de la calle estuvieran reventándose.
Desmetis lamió y apretó tanto los pezones de July que ésta comenzó a llorar más sangre que de costumbre. Los volvió a apretar y esta vez logró arrancárselos por la fuerza que imprimió, al tiempo que sus risas alcanzaban niveles insospechados. Le rasgó las piernas y la espalda, la sangre escurría y se combinaba con el color necroazul del traje de Desmetis. Este tomó los pies de July y los comenzó a lamer después de morderlos, hasta que terminó por arrancarle los dedos y devorarlos. Por alguna extraña razón, July sentía dolor, más que físico, espiritual, pero no podía perder el conocimiento. Ahora Desmetis se acercaba a su vagina y la manoseaba con su pululante mano mientras se desternillaba como el diablo. Después, introdujo toda su mano para pasar a introducir su brazo entero, hasta el codo, en la vagina de July. Lo retorcía una y otra vez, como si se tratase de un trompo que gira y gira. Cuando por fin lo sacó, July estaba ya totalmente rota por fuera, y más por dentro. Desmetis la estaba violando a placer y se regocijaba con cada acometida.
Mertin estaba enloqueciendo y cerraba los ojos, pues ¿qué es más doloroso que ver cómo tratan a la única persona que amas y te importa como una vil basura? Ver cómo hacen con ella lo que quieren y la follan sin parar. Sin embargo, Desmetis no paró. Todo lo que en sueños había hecho, ahora se estaba volviendo realidad. Acercó su boca a la vagina de July y la chupó intensamente, tragándose cada venida de la chica que, sin quererlo, no podía controlar su organismo. Le lamió toda la vagina, metió su lengua tan profundamente que July pegó un grito tan execrable como nunca. Entonces Desmetis se despegó y sacó su increíble pene que parecía el de un burro aumentado al triple. Además, su falo tenía múltiples bultos y granos de los que escurría pus y cualquier otra porquería. Ya no podía resistir las ganas de penetrar a July y correrse en su interior, de preñarla y demostrar así su poderío y su virilidad. Necesitaba hacerlo, era casi como una obligación cometer aquella infamia.
–¿Qué me dices ahora, mi amor? ¿No te gusta, puta? Estoy seguro de que te gustaría sentirlo en tu boca y en tu jodida vagina. Además, no podría olvidarme de tu hermoso trasero, también por ahí te voy a dar bien duro.
En este punto, July ya solo lloraba sangre intensamente y su espíritu estaba totalmente destrozado. Mertin ya ni siquiera se levantaba, estaba cabizbajo y su mente totalmente ida. El trauma estaba consumado, solamente el suicidio lo consolaría de aquí en adelante.
–¿Estás viendo esto, Mertin? ¡Tú me creaste, amiguito! No te sientas mal, te juro que te dejaré algo para ti si esta zorra putipuerca aguanta cómo la follo. Te prometo que no la terminaré, quedará algo usada, pero aceptable. Así que, cuando yo termine de violar a esta malparida, te liberaré para que te la folles también. ¿No es eso lo que querías hacer?
Desmetis reía tan dementemente que todo el lugar era el pandemónium más ominoso y vomitivo que alguna vez se hubiese presenciado. Al tiempo que follaba a July, se pedorreaba una y otra vez, y de estos gases que expulsaba surgían imágenes de mujeres siendo golpeadas y mancilladas en sus sueños. Seguramente, más víctimas de aquel infame ser.
–¡Y ahora… a terminar lo que empecé! ¡Espero estés lista, mi amor! ¡Te bendeciré con mi verga bien adentro de tu coño, será idílico el momento! ¡Sufre, perra asquerosa!
Desmetis se acercó a July y colocó su inmenso falo en su boquita, la cual estaba totalmente desgarrada y ensangrentada. Entonces lo introdujo todo de un solo empujón, casi hasta el estómago. Vaya que era un salvaje en el sexo Desmetis, y quizás a cualquier otra mujer ávida de fornicar le habría encantado tenerlo en su cama, pero no a esta indefensa jovencita virginal. Agitó tan violentamente su pene que súbitamente July se lo vomitó, pero Desmetis no pensaba parar por nada del mundo. Y así vomitado lo introdujo nuevamente y esta vez también metió sus testículos, los cuales eran peludos y parecían querer estallar. La boca y la garganta de July estaban demasiado inflamadas, pues el pito de Desmetis era inmenso y le desgarraba todo.
–Muy bien, es momento del acto final. Hoy dejarás de ser virgen oficialmente, mi pequeña golfita. ¡Voy a despedazarte esa pringosa vagina hasta que te desmayes de placer! ¡Esta es, sin duda alguna, la mejor luna de miel que se me pudo haber ocurrido! ¡Ja, ja, ja!
Y así prosiguió aquella blasfemia, Desmetis comenzó a hacérselo por delante primero. Muy violentamente estaba follándola sin consideración alguna, arremetiendo con todo lo que tenía. Comenzó sin tapujos, introdujo la punta y luego, de un jalón, todo lo demás. July sangraba y Desmetis se desternillaba gozando de placer, un placer mundano y satírico. La embestía una y otra vez con una furia inaudita, como si fuese un animal salvaje. July, por su parte, solo podía gritar de dolor y suplicar porque aquel bárbaro terminara pronto. Desmetis comenzó a metérsela tan rápido que la levantó en el aire y luego la dejó caer violentamente. Pero lo peor estaba por venir, pues el loco la volteó y, acomodándola como un perro, comenzó a desgarrarle el culo. Muy fuertemente arremetía contra July con una furia insaciable, con un ahínco endiablado; parecía que realmente quería partirla por la mitad. July sangraba y sangraba, se quejaba y se quejaba, lloraba y lloraba, no había absolutamente nada que se pudiera hacer. Entonces sintió algo, era un líquido pegajoso y muy caliente que escurría de su ano. Así es, el maldito Desmetis se había corrido adentro entre convulsiones improbables.
July gritó como nunca y el dolor que experimentaba no tenía comparación. En verdad era el grito más desgarrador que alguna vez se hubiese escuchado. Y es que solo podía gritar, las palabras se le habían ido de la boca. A continuación, Desmetis prosiguió a meter sus dedos en el recto de July y sacar su excremento con su propio esperma, se lo embarró en su falo y lo metió en la boca de July, para correrse nuevamente y salpicar toda su cara. Lo que siguió después fue peor, Desmetis puso en práctica todas las posiciones habidas y por haber, parecía una estrella porno del mundo moderno. Dejó a July jodidamente jodida, estaba tremendamente agotada y con el alma algo más que acabada. Finalmente había llegado el momento, ahora la estaba penetrando por la vagina con todas sus ganas y, en un momento en que el orgasmo más oscuro y vomitivo ocurrió, Desmetis eyaculó ese funesto líquido necroazul en el interior de July. Inmediatamente todo el Hipermedik se agitó, las Belz bramaron como nunca, las imágenes se intensificaron sobremanera y todo se convulsionó.
–¡Por fin, puta! ¡Uff! ¡Me encantó joderte tan deliciosa y puercamente! ¡Fue tan idílico! ¿Te gustó, zorrita de mierda? –inquirió Desmetis entre estrepitosas y repulsivas carcajadas.
Ni Mertin ni July podían pronunciar palabra alguna, estaban totalmente desolados y en trance. Desmetis hizo una rara señal y July comenzó a experimentar un dolor monumental en el abdomen, mientras este se inflaba y ella regurgitaba una sustancia necroazul con sangre de repugnante consistencia. El maldito indudablemente había preñado a July y ahora se estaba consumando el embarazo. De alguna forma, Desmetis podía alterar el tiempo y hacer que la criatura naciera de inmediato. Su pito seguía erecto como una vara, podría decirse que quería follarse a July nuevamente.
–Es momento de que nuestra criaturita nazca, prostituta. Te dije que aquí el tiempo es moldeable; de hecho, el concepto de tiempo es tan terrenal. Los seres de las dimensiones inferiores quieren idealizar todo, hacer todo a su forma. En fin, ¡ahora que nazca y lo devoraré! Tú ya no me sirves cariño, haz cumplido con tu deber y ahora Silliphiaal no podrá volver a existir como antes. Yo controlaré su poder, no puedo permitir que sigas con vida o sería peligroso. Así que gracias por la follada, pero debo deshacerme de ti. Espero lo comprendas, no es nada personal, ¡je, je!
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Los Vínculos del Alma