Solía permanecer en amplios lapsos de soledad, pero ahora ya ni siquiera eso me era tolerable, pues había perdido no solo la capacidad de soportar a los demás, sino también, y, sobre todo, a mí mismo. Entonces sabía a la perfección lo que debía hacer, pero por alguna razón no podía lograr mi sublime cometido. Necesitaba reunir toda mi ira y repugnancia hasta ser capaz de aniquilarme, tan solo eso era lo que restaba para un desahuciado como yo.
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Cuando tu reflejo ya no fue suficiente para apaciguar esta endemoniada psicosis que tanto me atormentaba, me vi obligado a cometer un acto del que acaso me arrepentiría el resto de mi vida, pero que era mi única alternativa. Así pues, procedí a atravesar el espejo con el único propósito de saber si eras real o no de una vez por todas. La conclusión no pudo ser otra: tan solo la muerte era real al atravesar los límites de esta insana realidad.
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Aquel ojo de infinitos pigmentos que se sostenía en la mano de dios lo veía todo, incluso hasta lo más sombrío y decadente. Nuestro instintos no le eran para nada ajenos y hasta podía decirse que los conocía mejor que nosotros mismos. Se reía de nosotros con su inicuo determinismo ante el cual nada podía hacerse, pero nos brindaba la ilusión del libre albedrío tan solo para reír aún más ante nuestros inverosímiles y contradictorios actos cotidianos.
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El verdadero ocultismo en realidad era más una interpretación de la iluminación del alma, aquella que solo podía ser conseguida mediante la más cruenta masacre de nuestras emociones y pensamientos más humanos.
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Podemos intentar escapar de cualquier cosa y de cualquier persona, excepto de nosotros mismos y nuestra infinita miseria. Y tal condición es, a mi parecer, la clara prueba de que jamás seres libres de verdad; al menos no mientras sigamos vivos.
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Y es que vivir es tan solo una absoluta y absurda pérdida de tiempo, pero una de la que nos cuesta tanto desapegarnos porque tal vez, en el fondo, nos fascina la vacuidad de esto, ya que compagina a la perfección con nuestra asquerosa vacuidad humana.
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Manifiesto Pesimista