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Me gustas mucho (2)

Me gusta, sobre todo, mirarte cuando no te das cuenta. Sí, mirar tus muecas, tus caras, tus sonrisas, tus gestos y tus desvaríos. Pienso entonces ¿cómo puede existir un ser tan bello y etéreo como tú? Y ¿cómo puede ser que me gustes tanto? Miles de escritos, tal vez todos diciendo lo mismo, pero no me cansaría nunca de ensalzar tu sempiterna belleza. Actrices, deportistas, modelos, lo que sea, para mí no significan nada; porque no están ni cerca de lo que tú significas para mí, de toda tu hermosura física, intelectual y espiritual. Para mí, tú eres perfecta tal cual, y ni siquiera me interesa que hagas algo en especial; porque lo que yo veo en ti no podría verlo en nadie más. Tienes algo que no podría explicar con palabras, algo mágico y acaso místico, algo tremendamente adictivo para mis sentidos. Tú simbolizas en mi vida aquello que solo podría describir como lo más cercano a la muerte, pues es tan misteriosa la atracción que hacia ti siento que no ya no sé qué hacer conmigo.

Quizá suene extraño, pero lo que quiero de ti ni siquiera tiene que ver con algo físico, porque cuando estoy contigo me siento conectado de otra manera; de una un poco menos terrenal. Pero ¡qué va! ¡Cuántos disparates, seguramente pensarás! O quizá que ya muchos otros te han dicho lo mismo tantas veces, que muchos otros podrían escribirte y recitarte de mejor forma todas esas incoherencias. Pero ¿sabes algo? A mí no me importa nada de eso, a mí no me importa saber de nadie más en ese sentido; porque mis ojos solo centellean cuando es tu silueta la que se refleja en ellos. A veces me entristezco o me molesto por tonterías, por cosas que no deberían tener importancia, lo sé. A veces te añoro tanto y quisiera en verdad poder estar a tu lado y que hicieras conmigo cualquier cosa. Yo estaría a tu disposición, podría escribirte todos los días algo nuevo, podría ser tu esclavo por la eternidad. Lo único que necesito para seguir viviendo es el dulce encanto de tu mirada sobre la mía.

Y, aunque todo el mundo se volcara en tu contra, yo seguiría contigo; seríamos tú y yo contra el mundo entero. Por otro lado, debo decirte cuánto me gusta verte comer, dormir y sonreír; pero, sobre todo, me gusta verte siendo tú. Es evidente que yo no estoy en tu cabeza y que jamás sabría lo que piensas al respecto, pero no importa, porque, aun así, yo te adoraría sin importar si tú me odiases. Podría estar rodeado de miles de personas y conocer a cada ser de este mundo y sé que ninguno podría compararse contigo ni hacerme vibrar como tú lo haces. Sí, ninguno podría simbolizar lo que tú en mi vida y en mi mente, ninguno podría atraerme tan fuertemente como tú. Pese a todo, no me arrepiento de nada, porque conocerte es lo más bonito que me ha pasado. Y no, no espero que te pase a ti lo mismo que a mí; no espero que tal vez mi presencia te resulte tan única ni que lo que yo soy pueda agradarte. Pero ojalá que algún día, aunque sea por accidente, llegues a pensarme la mitad de lo que yo a ti.

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Caótico Enloquecer


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