Todavía recuerdo esos momentos en donde podía tener el control sobre mí mismo, donde no me atormentaban las fragmentaciones inherentes a mi alma. En ese entonces creía que podía estar a tu lado sin fallarte, sin herirte, sin llevarte a la complicada salvación de la muerte.
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Absolutamente cierto… Fue lo primero que mi obsesiva intuición susurró cuando supe que me habías engañado. Totalmente razonable… Fue lo último que mi delirante sombra plasmó en mis pensamientos.
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No voy a negar que tengo miedo de ser inútil contigo como siempre lo he sido, pero al menos quisiera poder satisfacerte en el más banal sentido. Eso, aunque no aliviaría nuestro eterno dolor, sería al menos un suspiro en nuestra divagante y tortuosa existencia.
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Las personan mienten cuando dicen amar y prometer fidelidad, de eso sí que no se puede dudar. Nadie puede rechazar lo más cercano a la verdad de su propia esencia cuando se purifican las garras del azar y cuando los velos del amor que otrora embriagaban nuestra consciencia han perdido su consistencia. Entonces todo aparece tal cual es y la infidelidad se manifiesta como nuestra única redención ante el hastío del amor degradado por el tiempo y la realidad.
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Viven los humanos en un error constante, reproduciéndose como consecuencia de los más bajos impulsos y de los más viles encantos. Lo realmente inconcebible es que una raza así pueda creerse superior al polvo que alimenta su sangre y al vacío que impera en sus mentes. ¡Merecen ser exterminados o incluso algo mucho peor!
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El sexo siempre fue tan extraño, pues yo estaba sumergido en un profundo estado de sumisión que bloqueaba el más mínimo ápice de satisfacción. Temblaba cada porción de mi cuerpo y se tambaleaba mi alma por las tinieblas de la insulsez cuando insistías con estupefacción para poseer mis besos. Entonces entre tus piernas hallaba de frente al absurdo y en tu interior saboreaba los elíxires de la muerte.
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Obsesión Homicida