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Sempiterna Atracción

Tal vez nunca llegues a amarme, pero, al final, no te culparía por eso, sino que simplemente lo entendería a la perfección. Y a veces, cuando me hallo entre más personas, bebiendo o platicando, pienso en lo agradable que resulta imaginarte ahí, imaginar que voltearé y te contemplaré. Diría que eres irremplazable para mí; sí, eso es. Porque entre todas las personas no podría haber, para mí, nadie como tú. A veces me torturo pensando que eso no aplica para ti, pero no podría saberlo ni me atrevería a preguntarlo. Alguien con tantos defectos como yo, ¿cómo podría alucinar con algo así? Me pregunto si para ti realmente hay una diferencia entre salir conmigo y salir con cualquier otra persona, pero creo que la respuesta ni siquiera me importaría, puesto que, al fin y al cabo, yo te adoro demasiado. Lo que me haces sentir va más allá de cualquier explicación racional o irracional, pues incluso me atrevería a decir que oscila entre la locura y la obsesión.

Como sea, simplemente me parece adorable compartirte desde la distancia mi día, aunque sé que suena tan aburrido y que te fastidio, pero me gusta contarte cosas. Tal vez con algo de suerte, puede que tú compartieras algo de ti conmigo; que pudiera deleitar mis oídos con la perfecta sinfonía que produce el eco de tu dulce voz. Y sí, pienso que fue muy hermoso el día que tuve la dicha de conocerte, de mirarte cara a cara por primera vez. Aquella chica con ese traje de mezclilla, con esos cabellos preciosos, con esos ojos que no tienen comparación alguna y que me paralizan cuando en mí se posan. Me resulta increíble la manera en que vibramos juntos siendo tan ajenos, tan diversos en nuestras ideas, pero a la vez compartiendo ese disgusto por la vida. Nada me gustaría más, de hecho, que quitármela en tu compañía. Esa es mi mayor fantasía: cortarme las venas mientras tú te balanceas en la soga. Creo que alucino demasiado, pues es evidente que jamás estaremos juntos, ni siquiera en la muerte.

Recuerdo, asimismo, todas esas noches en tu coche, volviendo de cenar y sintiendo que podría perderme contigo y jamás volver a estar triste realidad. Si te soy sincero, debo decirte que no había experimentado esta manera tan poética de querer y te agradezco por ello, porque tú me inspiras mucho más de lo que crees. Sin duda, lo que me gusta de ti es lo que me haces sentir física, intelectual y espiritualmente, pero, más allá de eso, me fascina la magia que creas a través de tus manos cuando me acaricias y siento que puedo ser yo mismo en todas las expresiones posibles. Entonces te contemplo plenamente con tu seductora boca y la belleza de tu lozana mirada me paraliza. E imaginar la sublimidad que podría existir dentro de ti alimenta en mí las ganas de seguirte descubriendo, de conocerte más a fondo, de sentirte en cada palabra, pestañeo o movimiento; de poder, algún día, llegar a fundirme contigo en el infinito. Todo esto es un vil delirio mío, lo sé, pero jamás nada fue tan sincero en mi cabeza.

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Caótico Enloquecer


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