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Tragicómico desamor

Vivíamos en una historia de ficción, siempre fue así y ambos lo sabíamos. Pero acaso era yo quien más sufría en esta delirante pantomima que sostuvimos por tanto tiempo. Hoy se desmorona todo con mi muerte, pues, aunque te amé con tal vigor, ya no me es posible seguir adelante. Deberás seguir sin mí, pero sé que será lo mejor. Estarás bien, tendrás una vida de ensueño que, desde luego, jamás podrías haber tenido conmigo. Y yo estaré bien lejos de ti y de este mundo nauseabundo. Sé que rememorarás con cariño aquellas tardes que compartimos, todas las comidas y los detalles. No importa, dentro de poco serán solo cenizas de una locura cuya existencia fue incluso más efímera que la vida misma. Todos los poemas que te escribí nacieron de lo más profundo de mi ser y jamás me arrepentiría de todo el tiempo que compartimos, de todas las veces que nuestras miradas se encontraron como si fuesen a hacerse el amor.

Pero sé que justamente ese amor siempre fue solo un delirio, y acaso solo mío. Nunca sabré con exactitud si tú sentías lo mismo, aunque supongo que sí. Pues aquel primer y último beso me confirmó la intensidad de tus sentimientos. Es que simplemente no puedo sacarte de mi cabeza sin importar todos los años que ya han pasado, ya que aún te extraño. Es curioso que lo diga ahora que estoy a punto de suicidarme, pero espero que la carta que te escribí te sirva de consuelo. Lo mejor será eso: que me mate y que tú seas feliz. Escuché que pronto te casarás y me alegro de ello. A veces, solía pensar en lo mucho que hubiese añorado una vida a tu lado, pero luego me percataba de que no hubiera funcionado. Pues yo ya no pertenezco aquí, ya no puedo existir de la misma manera en que lo hacen los demás. Soy un muerto viviente que, incluso en tal condición, no deja de pensar en tu sublime hermosura y en la trágica conmoción que sentí la última vez que te vi.

Y eso es malo, según lo veo yo, pues eres demasiado hermosa y no concibo la posibilidad de que no sea yo quien horade en tus profundidades cada noche. Hubiese sido mejor que te asesinara antes de asesinarme yo, pero ya es demasiado tarde. Supongo que ahora eso ya ni siquiera importa, pues tu belleza no significa nada en comparación con la de la muerte. Tengo tantas sensaciones atoradas en mi pecho, pero se evaporan conforme la sangre escurre de mi garganta y el nudo se aprieta. Vivimos una tragicomedia, según me parece. Ambos nos amamos a nuestra manera, pero eso no fue suficiente. Pudieron más los engaños y la costumbre, la cobardía de no ser nosotros mismos. En fin, es tiempo de despedirme de ti: mi eterno e imposible amor. Pero esta vez no me despido para no verte mañana; no, esta vez me despido para no volverte a ver jamás. Esta vez me temo que ya no habrá ninguna esperanza de un posible reencuentro, pues esta vez el suicidio será mi único acompañante.

***

Caótico Enloquecer


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