Cuando regresé y te miré teñida en aquel lienzo carmesí, sonreí tontamente
Al fin serías por siempre mía, tan mía que nadie te apartaría en ningún universo
Me elegiste para ser el protector de tus días complicados, para amarte por siempre
Y yo decidí perderme en aquel peligro que hallé con dulzura en tu alma
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Sé que muchas espinas lastimaron nuestras endebles caricias mortales
Te ibas y luego volvías, como si nada pudiese romper nuestra fantasía
Pues el amor ardía entre infinitas supernovas que refulgían con pasión
Pero todo se apagó, la atracción entre nuestras almas murió aquella ocasión
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Fue sumamente hermoso cuando llegó, era la primera vez que me sentía tan real
Entonces supe que el amor no eran algo deseable, pero sí sumamente exquisito
Era vida y muerte, delirio y razón, locura y pasión; era existir sin siquiera pensarlo
Era dejarse llevar por un deseo que sabía me conduciría al suicidio más catártico
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Mi voluntad fue doblegada por la poesía con la cual saboreaba tus besos supremos
Y aquellas noches enlazados maravillaron cualquier espiritualidad no consentida
Porque contigo se estremecía cada parte de mi alma, hacías que perdiera la calma
Siempre que me mirabas con esos diamantes centelleantes que atrofiaban mi dolor
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Sé que el tiempo marchitó la entelequia que habitamos por una irrisoria coincidencia
Pero encontrarte había sido mi felicidad en este mundo donde nunca estuve contento
Todo me asqueaba y la humanidad era intolerable, hasta que llegaste y de ti me enamoré
Hasta que apareciste y con tus lienzos inefables reconstruiste mi apagado pensamiento
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Ya no buscaba a nadie, tú llenabas mi vida con una armonía solo propia de los dioses
Me fascinaba tu sonrisa idílica, pues me devorabas con cada uno de tus perfectos matices
Todo en ti parecía mágico y encantador, tan ajeno a este mundo y su absoluta putrefacción
Por eso llegué a amarte más de lo que me odiaba, creí que a tu lado nada me molestaba
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Ambos nos dañamos, nos encargamos de convertir este amor en la peor de las agonías
Tú me engañaste, y yo te miré mientras mi felicidad se derrumbaba y mi mente terminaba
Por eso decidí purificarte con sangre, te hice mía mediante la única eternidad verdadera
Ya no me dolerá más amarte, pues estaremos juntos sin que puedas volver a traicionarme
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Para: ella, mi eterno e imposible amor…
Libro: Triste Insania de Amor y Muerte