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Obsesión Homicida 57

La intuición me susurraba secretos desde los confines del alma: la añorada esencia de la muerte me sería obsequiada desde la percepción más elevada de la mente, aquella que solo puede ser desbloqueada mediante el suicidio sublime. Necesitaba, empero, prepararme para tan enloquecedor suceso, pues aún era yo, después de todo, demasiado humano.

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Analizando en mi interior, he encontrado una especie de locura diferente; una que sé me podría llevar a la muerte, pero eso es exactamente lo que más quiero. No tiene nada que ver con creencias absurdas ni con filosofías decadentes; más bien tiene que ver con aquel abismo multicolor que vislumbro cuando, ocasionalmente, decido internarme un poco más en mi propio caos y no en el del mundo.

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Si algo he de temer es morir y que sea cierta la reencarnación; me disgustaría tanto tener que volver a esta blasfema y trivial existencia e incluso como un ser más absurdo de lo que ahora ya soy. Ojalá también que este mundo se evapore muy pronto y que todas mis lágrimas sean consagradas en el apocalipsis de los sueños desfragmentados y las esperanzas desgarradas.

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Los relojes avanzan cada vez más rápido mientras continúo aferrándome, estúpidamente, a este sinsentido de quiméricas sensaciones llamado vida. Soy un maldito extranjero, tan desquiciado y excéntrico que sencillamente no puedo hallar un placer real y permanente en nada de esta realidad aberrante. Las personas me asquean, los lugares me aburren y el éxtasis me sabe a muy poco. Lo que yo necesito es escapar, volar muy lejos de esta inmundicia y rozar el sol con mis resplandecientes y divinas alas.

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Su simple comportamiento me refleja todo lo que son: personas totalmente moldeadas, con falsas concepciones sobre la ciencia, la religión, el arte y la moral; con una absoluta falta de sentido común y de sensatez, preñados de banalidad y ahítos de una tonta adoración por lo más asqueroso; bañados y adornados con una infinita estupidez que no dudan en resaltar. Y, además, con sueños en su mayoría absurdos e impuestos por la pseudorealidad y, en resumen, con una visión tan limitada de las cosas. Así son los seres que habitan este mundo vil y que se hacen llamar humanos, esos que deben ser erradicados para que surja un límpido cielo de eterna lucidez y belleza implacable.

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Obsesión Homicida


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