Quisiera ser especial para ti, pero en lugar de eso soy menos que nada. Jamás podré ser suficiente para ti, puesto que ni siquiera lo soy para mí. Acaso entonces lo mejor sea matarme, a ver si con mi muerte puedo al menos honrar un poco tu inefable y cristalina esencia.
*
¿Qué demonios hago en esta situación horripilante rodeado de seres aún más horribles, plenos adoradores de lo banal y lo intrascendente? Me siento perdido, consumido por la nada y solo la muerte podrá satisfacerme de ahora en adelante.
*
Tú eres especial para mí y eso no lo cambiará nada ni nadie, ni siquiera el absurdo ni el vacío. Tú eres la única razón por la que aún sigo aquí, aunque cada noche me sienta tentado a romper nuestro sagrado pacto y partir lejos de esta vomitiva realidad hacia un lugar que, espero, sea menos peor.
*
Ella corre muy lejos, intenta difuminarse en la neblina multicolor para que no la encuentre. Pero sé que la encontraré, sin importa dónde se esconda y sin importar cuanto se aleje de mí; sin importar si ahora me odia y me quiere ver morir.
*
Lo único que me quedaba cuando este conglomerado de controvertidos estados (la agonía de ser, el hartazgo existencial extremo y la desesperación de existir) golpeaban al mismo tiempo, era llorar. Sí, solo eso. Llorar profunda, estúpida y largamente. Llorar sin parar hasta saborear mis lágrimas que sabían a un sufrimiento puro y a una tristeza sin igual. ¡Oh, dios! ¿Quién o qué podría consolarme entonces? ¿Es que ya solo el suicidio era mi única alternativa real?
***
Romántico Trastorno