El que tenga verdaderamente algo, que no sea material ni pasional, por lo cual podría matarse, entonces ese sí que merecería vivir. Pero ¿cuántos seres habrá así? Acaso ninguno…
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Escucho el melifluo de tu voz, me solazo con la belleza de tu sonrisa, siento el roce de tus cabellos, pero sé que es un espejismo solamente, pues ya no estás más aquí. Yo te sepulté el mismo día en que hicimos el amor por primera vez, pues no podía permitir que nadie más mancillara tu sempiterna pureza que solo a la muerte podría atañer.
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Quien ama de verdad no teme dejar a quien tanto ama; es más, incluso lo desea, pues sabe a la perfección que no hay mayor prueba de amor que la sublime libertad del ser que tanto dice amar.
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Yo estaba enfermo de una manera brutal y aberrante. Sí, estaba enfermo de existir, de vivir, de sufrir, de amar, de odiar, de mentir, de llorar, de reír, de escribir, de filosofar, de leer, de dormir y hasta de matar. Sí, estaba enfermo de todo y a la vez de nada. La verdadera enfermedad, no obstante, era saber que, sin importar lo que hiciese, al fin y al cabo, seguiría siendo yo hasta mi muerte.
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¿Puede existir algo más estúpido y absurdo que los políticos y los religiosos? Sí, claro que existe: las personas que creen en ellos.
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Romántico Trastorno
