Sí, existir es increíblemente odioso y este mundo no es el lugar idóneo para que fluyan sentimientos como los que tengo por ti, pero me es imposible proseguir este anodino viaje sin decirte cuánto te amo y cuánto me reconforta saber que, dentro de poco, nuestros pies colgarán juntos bajo el mismo árbol.
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¡Qué triste es la especie humana que debe inventarse toda clase de entidades ilusorias, paraísos, infiernos, dioses, espíritus, realidades alternas y demás bagatelas para intentar, ya sea de manera consciente o inconsciente, darle un poco de sentido a su funesta existencia!
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La gran ironía de esta vida es saber que podemos hacer y creer lo que queramos, y que, al final, nada de eso importa en absoluto, pues moriremos irremediablemente.
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¿Qué sentido tiene hacer algo, aunque sea lo más relevante, cuando sabemos que el caos siempre tenderá a desordenar y arruinarlo todo? Mejor es entonces no hacer nada; más aún, no ser nada.
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El mayor problema del ser es la imposibilidad que tiene para admitir que, en realidad, nada de lo que es, hace y dice tiene sentido, y que su existencia no es, desde ninguna perspectiva, algo sagrado, adecuado ni importante.
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Catarsis de Destrucción
