La miseria existencial que experimentaba aumentaba cada día, empeorando mi situación ya de por sí bastante lamentable. Mi humor empeoraba y ya todo me amargaba sin importar de qué se tratase, pues me hallaba en una existencia que odiaba tanto, rodeado de seres que detestaba con todo mi ser y al borde de incrustar una bala en mi cabeza en cuanto se me presentara tan gloriosa oportunidad.
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¡Qué lamentable dormir tan solo unos instantes cuando lo que en verdad quisiera sería dormir eternamente! ¡Qué intolerable volver a abrir los ojos cada fatídico amanecer cuando lo que en realidad añoro desde lo más profundo de mi alma es desaparecer en las penumbras de mi sempiterna agonía para nunca retornar a este orgánico cuerpo!
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La eternidad mezclada con humanidad solo podría producir una sola cosa: miseria infinita y náusea interminable.
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Alucinaba constantemente con otras realidades para poder escapar por unos momentos de esta, pues no había nada que me incomodara más que experimentar el aquí y el ahora en su infame e insoportable plenitud.
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La gran ironía de la impía humanidad es su estúpido y absurdo impulso por sobrevivir cuando naturalmente sabemos que no lo haremos, ya que la muerte es nuestro único destino y el vacío nuestra primordial esencia.
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Desasosiego Existencial
