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Amor Delirante 44

El amor humano es solo un pésimo cuento, una historia que se ha inventado para brindar falsa esperanza e ilusorio sosiego a una raza de tontos condenados al sinsentido y la destrucción de su propia esencia. ¿De qué ha servido el amor hasta ahora? ¿Qué de bueno ha hecho sino perpetuar toda nuestra agonía? Más aún, ¿quién sabe con certeza lo que es el amor y si en verdad existe tal cosa?

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En realidad, todos los seres de este mundo se engañan al creerse amados o imaginar que pueden amar a alguien más. Y es así porque el amor, como todo lo demás, es solo una mentira más que nos ha sido inculcada por aquellos que rigen esta miserable pseudorealidad; y acaso sea la más grave de todas, pues gracias a ella es que la existencia, lamentablemente, prosigue su infame curso.

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En su infinita inopia mental, el ser ha tomado como verdadero el mayor engaño que alguna vez le hubiese sido transmitido para hacerle alimentar este vomitivo plano donde el amor no es otra cosa sino el símbolo de los cegados. Hablo, desde luego, de esa absurda ideología que promueve la reproducción y la continuidad de este estúpido mundo.

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Te diría que te amo, pero ni siquiera sé qué es el amo realmenter; así como tampoco sé si algo de todo lo que creo es en verdad mi propia percepción o tan solo producto de lo inculcado por la infame pseudorealidad. Y es que todo, incluso la vida misma, pareciera no ser otra cosa sino solo una ominosa y absurda ilusión. ¿Por qué el amor, así pues, no lo sería también?

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Eran solo tristes y melancólicos destellos lo que permanecía entre nosotros, casuales encuentros que no trascendían más allá de la frivolidad de nuestros cuerpos. Se había perdido la hechizante sensación que embotaba nuestras mentes y pintaba los lienzos de nuestros descoloridos corazones. Entonces vislumbré la posibilidad de que nuestro amor no fuera sino solo una quimera más dentro de esta falacia universal. Y, pese a todo, me negaba a creer, aunque sabía que era cierto, que de otro ser tu corazón se había enamorado.

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Ya no sabía si aún continuabas conmigo, si aún pensabas en mí con la intensidad de aquella inefable tarde o si la indiferencia había consumido por completo aquel primer y ahora lejano encuentro. Cada vez nuestros espíritus se tornaron más distantes, más hostiles y extraños… Y, como si nunca hubiera pasado algo entre nosotros, el olvido, la rutina y el absurdo consumieron aquella magia que tanto nos hechizó el día que nos conocimos. Así murió nuestro supuesto amor y así fue como entendí que jamás volvería a amar a nadie hasta el día de mi trágica muerte.

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Amor Delirante


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