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Infinito Malestar 13

La muerte de nuestros semejantes, más que tristeza, debería causarnos alegría; pues al menos ellos, afortunadamente, han concluido su patética existencia en este infierno disfrazado de civilización y llamado mundo humano. Creo que incluso ante esto deberíamos nosotros deprimirnos y lamentarnos por no haber corrido con tal suerte. Si bien tendremos muchos días más para atrever a suicidarnos, la llegada repentina de la muerte siempre es más que bienvenida y hermosa.

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Me gustaba caminar bajo la lluvia por las madrugadas, absorto en mis pensamientos suicidas. Era tan agradable vagabundear por las calles sin todas esas asquerosas personas cuyas voces nunca se callaban y cuyos actos siempre me molestaban. Tenía, además, la ingenua esperanza de que algún asaltante cumpliera con el acto que yo no podía llevar a cabo: erradicarme de la existencia de una vez por todas.

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¡Qué abrumador era pensar en lo poco que podemos controlar y saber! Más allá de toda creencia, teoría o ideología, no sabemos absolutamente nada de nada de la vida ni de la muerte y tal vez ni siquiera de nosotros mismos. La incertidumbre lo es todo y, conforme envejecemos tras haber fracaso en nuestros objetivos suicidas, cada vez aumentará el malestar de una existencia que no solo no pedimos experimentar, sino que ahora también nos vemos forzados a abandonar sin haber comprendido su propósito (si es que hay alguno) y sin haber sabido nunca cómo lidiar con ella.

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Quien sea que crea saber lo que es la existencia, no puede ser sino un completo mentiroso; ya que, en última instancia, la principal característica de la existencia es esa: la incomprensión. El caos siempre reinará y nuestra humanidad siempre se verá, de un modo u otro, colapsada por ello y mil cosas más. La muerte, así pues, es lo más lógico a lo que podríamos aspirar en este inmenso océano de contradicciones y mentiras.

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No existe mejor mecanismo de tortura que el tener que soportar a los estúpidos seres que continuamente se entrometen en nuestras vidas y se creen con el derecho de despojarnos de nuestra individualidad mediante todo tipo de reuniones, salidas o convivencias. Hablo, desde luego, de las personas que nos rodean y que asumen, por alguna extraña e incomprensible razón, que nos interesa relacionarnos con ellos. ¡Nada más alejado de la cruda verdad!

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Infinito Malestar


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