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Encanto Suicida 37

Las personas intentan ser diferentes tan solo para llamar la atención, se entregan a las más deplorables prácticas con tal de sentirse únicas. Sin embargo, cuando te das cuenta de que verdaderamente lo eres, deja de ser divertido y empieza lo deprimente, porque sabes que toda la humanidad está engañada, pero así es como se consigue una falsa felicidad en este mundo de fantasmas errantes. Además, esa misma capacidad para engañarte que antes funcionaba ya no lo hace más. Y, aunque intentes ser como el resto, es imposible volver; es imposible seguir existiendo sabiéndote tan asquerosamente humano.

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Era sumamente peligroso desprenderse de todo lo inculcado, de todas las mentiras que habían sido impregnadas en nuestra débil mente por la pseudorealidad mediante la familia, la escuela, la televisión y demás medios de adoctrinamiento masivo. Porque entonces, durante este proceso de desprendimiento, únicamente restaban dos senderos: la locura o el suicidio.

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Cuando se llega al límite en despreciar a la pestilente humanidad y se comprende asimismo que este mundo es una estupidez, se comprende, por ende, que no hay ninguna razón para vivir y que no resta ninguna otra cosa por emprender sino hallar la manera más adecuada de matarse.

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La melancólica voz de dudosa procedencia, que parecía solo habitar en la locura de mi mente, me susurró ayer por la noche, tras una larga jornada de borrachera, que no había realmente razón alguna para vivir, puesto que la vida era solo una sucesión de pintorescas mentiras en la que los humanos habíamos decidido creer para aliviar temporalmente nuestra infinita miseria y postergar con ello la vehemente catarsis de la muerte.

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En este mundo, de nada sirve ser bueno, virtuoso o sincero. La única forma de sobrevivir aquí es siendo mucho peor que los más viles seres quienes controlan todo a nuestro alrededor. De otro modo, solamente seremos lastimados una y otra vez y terminaremos más locos, solos y heridos de lo que podríamos imaginar.

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