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Separación

Ella se fue y no quise detenerla, pues, cuando miré en la profundidad de su mirada, sabía que, aunque la amaba, debía dejarla libre. Yo ya no era la persona que podría hacerla feliz, sino que me había convertido en un simple observador, en un monstruoso recuerdo de sueños fragmentados. Hacía tanto que ya ni siquiera recordaba ser yo mismo, y ella solamente permanecía conmigo por el pasado que nos ligaba. En los últimos meses, la idea de suicidarme había conquistado mi espíritu, y nada, de verdad nada, pudo hacer que menguase. Hoy ella se ha ido, la mujer que alguna vez creí amar, y me queda solo el vacío, pero me siento a gusto así. Esta noche, al fin, podré cumplir mi más espléndido sueño. Ahora que solo me tengo a mí y a mi miseria existencial es cuando más saboreo mi dolor, cuando más me entrego a extrañas divagaciones que perturban mi espíritu y que me sugieren acabar con esta pantomima cuanto antes. Debo separarme de esta lúgubre realidad por mi propio bienestar.

Me emborracharé hasta olvidar todo lo que he sido, y me entregaré por completo al asco que siento hacia la humanidad y la existencia. Luego, plasmaré en este bello lienzo la perfecta silueta de mi sangre abandonando mi cuerpo, de mi alma escurriendo por los recovecos de la insania perfecta. Entonces sabré que nada de bueno tuvo vivir, que siempre todo fue tan aburrido cada día en este mundo ridículo y vil. Y tal vez pude engañarme, soñar con una felicidad a tu lado, con tus manos acariciando solo mi piel, pero ahora todas esas quimeras se tornan en putrefacción y sufrimiento. El aire que respiro intoxica mis pulmones, apesta a muerte por doquier y el suicidio me sonríe, me atrae con una fuerza imposible de frenar. Ella partió, simplemente se esfumó lo maravilloso que había entre los dos, ¿por qué? ¿Es que acaso todo en mi vida siempre ha estado condenado a la agonía? Puede que incluso en mis momentos finales me ría, pues la tragicomedia representa lo que he sido y seré por siempre.

Por más que lo reflexiono, no hay motivos. No, ¡maldición! El alcohol me nubla la cabeza e incrementa estos diabólicos deseos de llamarla, aunque sé que ahora sus labios se posan sobre los de alguien más. Pero ¿no podría tan solo consolarme una noche más? ¿No podría ella, el supuesto amor de mi vida, venir y acariciarme como antes tan solo para hacerme sentir un poco menos suicida? Mis manos sienten la sangre escurriendo, mis muñecas están abiertas de nuevo. La calidez de las sensaciones es solo comparable a la primera vez que la besé. Y ¡cuán lejanos se hallan esos días donde relucientes eran nuestras miradas, donde creíamos que nuestro amor sería para siempre! ¡Cuánto nos mentimos, cuánto daño nos hicimos! No tiene caso ya, lo mejor es acabar con esos podridos recuerdos. Y es que ¿cómo podría seguir vivo sabiendo que tu espíritu ya no vibrará nunca más junto al mío? ¿Cómo pretender siquiera volver a sonreír sabiendo que ya jamás volveremos a besarnos al llegar el lluvioso estío?

***

Anhelo Fulgurante


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Capítulo XXVI (LEM)

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