Dioses según fuimos, pero la existencia desgarró el añorado idilio
En un intercambio misterioso la sublimidad fue corrompida y raptada
La inflamada visión divina se heló entre la neblina insulsa de la vida
Surgió una inmundicia jamás vista, se trataba de la existencia humana
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No es que la expulsión fuese pérfida e inadecuada naturalmente
El eterno problema era la inutilidad de los que la buscaban siempre
Pues, al menos en este plano, la poseían seres imbéciles y atroces
Indignos sirvientes de placeres mundanos y acciones criminales
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Era una onerosa blasfemia tener que soportar su ridículo comportamiento
¿Por qué?, era la cuestión, ¿por qué los humanos debían existir de este modo?
¿Con qué fin inimaginable les había sido conferido aquello que corrompían?
¿Por qué se les permitía envilecerse hasta pudrirse en la sordidez extrema?
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¡Qué contradictorio! La supuesta humanidad solo era una execrable comedia
Una pestilente caterva de ignominia definía a la perfección su íntima esencia
Seres hambrientos de sinsentido y poder, siempre dispuestos a la corrupción
Luego vino el falso dios, ese inicuo papel que hizo a todos renunciar a su alma
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Y así continúo la triste historia de una raza gangrenada desde el origen
Cada vez más depravada y entregada a la barbarie y a los mayores vicios
Su mayor delirio, estúpidamente, era propagar la miseria de su especie
Desnudaban sus cuerpos en la oscuridad porque lo único a lo que aspiraban
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Muchas más cosas podrían decirse de esta civilización vomitiva y odiosa
Pues era infinita la absurdidad que reinaba en los corazones de sus miembros
Imposible de narrar la desproporcionada inmundicia que representó su aparición
La naturaleza, en sus vastas formas, fue paulatinamente aniquilada con orgullo
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¡Cuán triste sentía en mi propio ser la podredumbre de ensuciar los diamantes!
Miembro de una raza abyecta a la que detestaba sin remordimientos, sin sentido
Encasquetado en la algarabía de las premoniciones destinadas al frenesí supremo
Era imprescindible el suicidio, no había otra manera de sobrevivir a tal martirio
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Divagando en el Sinsentido