La existencia humana, sin importar cuánto se le intente adornar, siempre será una agónica comedia, una irremediable broma de mal gusto, una trágica ofensa para el cosmos.
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Parece que había sido un día exactamente como este cuando nací, pero esta vez solo cerraba los ojos y, entre los aleteos misteriosos de una naturaleza oculta, mi ser finalmente consumaba la sublime entelequia.
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Mi esencia se tambaleaba cuando tus ojos resplandecían con ese poder tan embriagador, mismo que me hacía terminar entre tus símbolos sagrados y degustar algo más que tu alma.
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No había otra elección cuando al fin creía haber despertado: si no me suicidaba, enloquecería tan pronto como aceptara estar vivo.
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Te amo con una extraña locura, tan inhumana y sublime que desfragmenta mi propia naturaleza.
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La Execrable Esencia Humana