,

Catarsis de Destrucción 59

“Al menos tengo al suicidio para consagrarme”, fue lo que pensó aquel sublime asesino cuando decidió quitarse la vida después de haber liquidado a su vomitiva familia. Y es que los detestaba desde hace tanto, incluso desde antes de que hubiera concebido su magnífico acto homicida. Jamás comprendió por qué carajos fue así, pero nunca pudo amarlos desinteresadamente. Tal vez simplemente él estaba más loco de lo normal o tal vez había permitido que los monstruos que habitaban en su interior se apoderasen de su mente en un momento de psicótica disociación. Como sea, ahora ellos estaban muertos y eso era lo mejor. Pronto sería su turno y eso sería algo tan divino que incluso dios aplaudiría desde su trono infernal.

*

Tantas mentiras nos han contado desde que llegamos a este mundo que tal vez el mero hecho de creer que existimos en él sea solo una de ellas, y quizá la más peligrosa. De cualquier modo, tampoco es que dentro de nosotros podamos hallar algo más que caos, miseria y dolor. Ni dentro ni fuera habrá un equilibrio nunca, porque la realidad en sí misma es un máscara detrás de la cual se parapetan contradicciones y paradojas que podrían fácilmente conducirnos al reino de la demencia si intentásemos reflexionar sobre ellas seriamente y por mucho tiempo.

*

Cualquier cosa que pensemos, digamos, hagamos o pretendamos será un absurdo puesto que estará englobada en un absurdo universal como lo es la existencia, especialmente la humana. Por desgracia, generalmente no somos ni un poco conscientes de la insignificancia de nuestros actos; todo lo contrario, vamos por ahí creyendo que incluso nuestro más salvaje despliegue de atroz ignorancia es digno de ser alabado.

*

Tan solo quería que se callaran aquellas ominosas voces que repetían una y otra vez esos luctuosos lamentos de agonía y fatal desesperación; sin embargo, no podía ser así, pues la única forma de silenciar para siempre aquella barbarie de pesadilla que habitaba únicamente en mi cabeza era incrustando una bala en esta. No había ya otro camino para mí, no existía otra forma de salvarme; el más allá estaba ansioso por recibirme y yo por entregarme a él.

*

La sombra del sol se cierne sobre mí como una paradoja adimensional, desfragmentando mis recuerdos y fundiendo mis sesos con la esencia de la muerte. Al fin todo se terminará del modo más trágico posible: con tu partida y con mi suicidio. Cada memoria será disuelta, cada pensamiento será destruido, cada emoción será aniquilada… Y, finalmente, el apocalipsis de las almas atormentadas será consumado sin que podamos hacer algo para evitarlo. Nosotros seremos polvo cósmico; volveremos a ese estado natural del que jamás debimos haber surgido.

*

Lo vuelvo a decir, aunque ya lo haya mencionado hasta el cansancio y me lo repita una y otra vez en mi mente: esta vida no vale nada, la muerte lo vale todo. Lo que busco es desaparecer cuanto antes de esta realidad, puesto que todo en ella me irrita, me ofende y me asquea. No comprendo cómo pueden los demás seres a mi alrededor sentirse tan complacidos cuando las llamas del infierno parecen siempre estarles quemando la cara y, quizá, les hayan ya fundido todas las neuronas. En fin, ¡qué me importa a mí lo que el resto de idiotas haga, piense o diga!

***

Catarsis de Destrucción


About Arik Eindrok

Deja un comentario

Previous

Mentiras mortales

Desasosiego Existencial 56

Next