No me considero un poeta, un filósofo ni nada por el estilo, sino solamente un aprendiz de algo mucho más elevado que la vida y la muerte.
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Un ser de radiante fulgor susurraba a los moribundos terrenales que definitivamente se podía sobrevivir en esta realidad, solo se necesitaba el engaño adecuado.
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Todo muere, esa es la justicia divina en contra del ser; una que no se puede comprar ni corromper con nada.
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Existir en este mundo en verdad es un sufrimiento sumamente agudo, y sin duda aquellos pobres diablos que creen ser felices solo son los que gozan de su propia esclavitud y adoctrinamiento.
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La vida es esencialmente triste desde que la supuesta felicidad está supeditada al falso dios dinero y al eterno impostar sexo.
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La tristeza, aunque suene contradictorio, en realidad es un sentimiento muy puro, quizá más que el supuesto amor humano. Puedo percibir una indescriptible belleza e infinitud de virtudes en la tristeza, mucho más reconfortantes que la falsa felicidad que los humanos creen poseer.
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Obsesión Homicida
