Pensamientos ES19

La humanidad, ¡qué gran chiste! Y pensar que alguna vez se consideró que esta raza de humanos dependientes de zarandajas, adoradores del sexo y el dinero, ahítos de falsas ideologías y perfectamente corruptibles, era la máxima representación de la evolución. Creo que hasta una mosca desempeñaría mejor el papel, pues ambas especies disfrutan del mismo modo posarse en el más sórdido excremento.

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Lo que más me molestaba de dormir era el hecho de saber que, pasadas unas cuantas horas, debía despertar y continuar mi inútil existencia entre la pestilente sociedad donde me hallaba preso. Solo el sueño aliviaba momentáneamente el peso tan enorme que vivir representaba, y es que vivía por obligación, por una absurda errata del azar.

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Sabía, empero, que la puerta permanecía siempre abierta, y que intentar hallarle un sentido a esta miseria era absolutamente enloquecedor. Lo mejor era solo soportar hasta que la llave estuviese lista, hasta que el asco de ser humano conquistara el deplorable impulso de permanecer vivo.

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No hay, considero, mayor perdedor que el patético soñador quien, por alguna ridícula razón, aún tiene esperanza alguna en la humanidad.

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El suicidio era el acto más hermoso que se podía llevar a cabo en vida. Sin embargo, era también demasiado sublime y puro para que seres totalmente envilecidos y con espíritus carcomidos por la desdicha de existir pudieran entenderlo. Para alguien cansado y desesperanzado, suicidarse significaba volver a vivir lejos de este abyecto mundo.

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Libro: Encanto Suicida


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