Solo quería salvar al mundo, pero para eso quizá debía condenarme. ¿Qué más daba? ¡Al diablo todo, mataría sin parar hasta que no pudiera más!
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El mundo tan solo se purificará cuando la humanidad se haya extinguido, jamás antes.
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No podría amarte en vida, pues la única manera en la que podría amarte es muerta. Y, si te suicidaras, te amaría por siempre.
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Tememos tanto irnos al infierno que no podemos percatarnos de que, de hecho, ya estamos en él.
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Tonta y asquerosa humanidad cuya única función ha sido reproducirse estúpidamente, contaminar el planeta, extinguir a las especies, crear sociedades miserables y llevar al límite el sufrimiento y la depravación. ¿Sería mucho pedir si se pudiera regresar el tiempo y evitar su repugnante y blasfema existencia?
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La mayor parte de la humanidad no solo no está lista para despertar, sino todo lo contrario: está perfectamente adoctrinada y preparada para ser esclavizada de un modo u otro. Es por eso por lo que este sistema abyecto funciona, porque las ovejas están satisfechas siendo guiadas por los lobos; más aún, protegerán incluso aquello que las esclaviza. Este es solo un mecanismo de defensa del sistema mismo y es, a la vez, algo grandioso: hacer que los esclavos adoren, amen y defiendan con su vida su maldita esclavitud, pues ni siquiera pueden percibir que se encuentran en tal condición.
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La Agonía de Ser
