Odiosa Repulsión

Imaginaba no ceder de nuevo, no caer en sus odiosos dominios donde solo existía sinsentido y banalidad. Creo que realicé juramentos vanos, siempre defraudando cualquier sublimidad, expiando mi culpa en mi torpe humanidad. ¿Cómo resistirse ante un poder de tal magnitud? ¿Cómo renunciar al único placer que se podía experimentar en esta decadente condición terrenal? ¿Cómo darle la contra a tan benevolente solicitud en esta prisión? Más allá de mi control se disparó la enfermedad, aunque no la creía tal. Lejos de mi alcance estaba el escape, la puerta que me conduciría hacia la evolución. Pero no quería ir hacia ese sitio, no deseaba abandonar la putrefacción donde yacía mi alma, temblando y sollozando como abandonada por cualquier dios.

Había algo en mi interior que tornaba superfluo cada testimonio, que afirmaba el sentido de pertenencia a este mundo, aunque fuese tan absurdo y asquerosamente temporal. Yo no quería hacerlo, hubiera dado todo con tal de purificarme, de cerrar esta llaga en lugar de abrirla con cada despertar. No me importaba el tiempo ni el espacio, tampoco entender por qué realizar tal abominación. No vislumbraba lo perfectamente encadenado que estaba en este pantano de podredumbre donde vanagloriaba mi aflicción. Era una absoluta burla saber que la llave se encontraba en mi posesión y que era incapaz de realizar lo más obvio y revelador, ¿por qué no lo usaba? ¿Qué me impedía destrozar estas pesadas cadenas que subyugaban mi ser? Sabía que vendría de nuevo aquello, por más que lo evitara, por más que de mí prometiera extirparlo.

Y, aunque tuviera que sacarme el corazón, se acercaría primero como un susurro, tomando cada vez más fuerza hasta convertirse en un ventarrón y arrastrarme a cometer lo prohibido. Ya no me reconocía en aquellos tiempos, estaba trastornado por su regreso. Tampoco sabía qué sería de mí o si me suicidaría cualquiera de los días venideros. Aunque esto lo dudaba dada mi adoración por lo mismo que odiaba, además de mi endeble voluntad y mi cobardía ante su repentina aparición. No era parte de mí, o no quería aceptar lo extremadamente vinculada que estaba conmigo aquella sombría condición. Lo único que tenía claro era que la repugnaba y a la vez la amaba con todo mi ser, porque gracias a ella conseguía vivo permanecer.

.

Libro: Repugnancia Inmanente


About Arik Eindrok

Deja un comentario

Previous

Indagación Taciturna

Nuestro Triste Olvido

Next