Lo peor de todo es que aún hay millones de seres adoctrinados que siguen creyendo en algo tan ilusorio como el amor y la felicidad. Realmente jamás comprenderé tales conductas en el ser, aunque tal vez es natural que así sea. Al fin y al cabo, los humanos no están destinados a grandes cosas y su vida es tan solo un patético accidente.
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A veces me aterra pensar que ni muriendo podré escapar de la pseudorealidad/matrix, pues la muerte es todo lo que me queda por vivir, mi única esperanza, consuelo y refugio ante el implacable sinsentido existencial donde divago tan caóticamente.
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La profundidad e inmutabilidad con que el absurdo se presenta en la existencia es la causa fundamental de la desesperación de existir, misma que tanto trastorna la percepción de quien consigue experimentarla en un nivel físico, mental y acaso espiritual.
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Bien puede ser que todo lo que pensamos no sea sino una argucia más de la pseudorealidad/matrix para confundir nuestra intuición. Por desgracia, en nuestro actual estado, tan limitado, lo único que podemos hacer es confiar en un cúmulo de probabilidades más que engañosas; aún más engañosas que la existencia misma.
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Lo que verdaderamente me asquea es la seguridad con la que los humanos creen que sus patéticas vidas tienen un sentido y, más aún, el atrevimiento con el que se reproducen y destruyen su entorno, como si fuesen los dueños de algo que jamás podrán comprender.
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No entiendo por qué debe existir un mundo como este, tal vez jamás lo haré. Y es que, si se reflexiona de manera profunda y sensata, no se encontrará ninguna razón, ningún motivo, ¡nada en absoluto!
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Romántico Trastorno
