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El Color de la Nada 16

Indudablemente, eran las preguntas existenciales las que desfragmentaban mi alma cada noche antes de dormir. Aunque acaso había algo mucho peor que preguntarse el “qué”, y era cuestionarse el “por qué / para qué” de las cosas. Y entonces lo único que podía yo hacer era sufrir, llorar y desvanecerme en un profundo sueño con la vana esperanza de que se tratara el sueño eterno, pues bien sabía que nunca hallaría respuestas a tales cuestiones. Bien sabía que, si no se trataba del suicidio, nada más me atañía ya en esta vida o en otras.

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¿Qué es la humanidad sino la más fehaciente prueba de lo que jamás debió haber sido? Todas sus creencias, ideologías y anhelos no son sino meros artificios de la mentira en formas sumamente grotescas… ¡Todo lo humano, sinceramente, debe sucumbir ante el caos infinito! La muerte debe reinar, así como el silencio callar tanta estupidez. No hay de otra, solo la extinción total es conveniente actualmente.

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Pienso que contigo aprendí demasiadas cosas sobre el amor; pero, sobre todo, aprendí qué NO es el amor.

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De hecho, para vivir se requería de muy poco, de casi nada. Así era como la gran mayoría de las personas lo hacía y hasta lo disfrutaba, puesto que vivían del modo más absurdo y estúpido posible, sin cuestionarse jamás nada, sin preguntarse el por qué o el para qué de las cosas. Así pues, el simple hecho de vivir no significaba nada en absoluto; más bien, el preguntarse qué sentido tenía vivir era lo que podía sumergir la consciencia del ser en un estado de dualidad extrema: sufrimiento y verdad. ¿Qué era preferible entonces: la ignorancia o la reflexión?

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¿Cuál era el objetivo de todo este pandemónium de irrelevancia y vileza? ¿Qué objetivo tenía vivir una experiencia que tarde o temprano culminaría del modo más trivial? Todo era incluso cuestión de tiempo y no importaba lo que hiciéramos o pensáramos al respecto. Íbamos a morir irremediablemente y toda nuestra vida sería menos que un grano de arena en un desierto infinito. ¿Valía la pena entonces llevar a cabo tal acto? O ¿era preferible mejor quitarse la vida tan pronto como se tuviera la oportunidad? ¿Quién o qué podría orientarnos al respecto?

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Inconscientemente, siempre estamos siendo torturados por la dualidad vida-muerte, pues lo único que podemos hacer es autoengañarnos con algo o alguien, mientras que en el fondo sabemos que tan solo buscamos matizar nuestro vacío y olvidar que la muerte llegará en cualquier momento para poner fin a la patética tragicomedia que es nuestra pestilente existencia humana.

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El Color de la Nada


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