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Errata existencial

Tal vez simplemente soy alguna especie de error o falla en el sistema. O quizá sencillamente mi mente no fue hecha para una realidad tan sórdida como esta. No sé cuál es la respuesta y creo que ya ni siquiera me importa. Y es así porque ya nada me interesa, tan solo deseo desvanecerme cuanto antes en el ocaso de mi locura suicida. Puede que tome la navaja esta misma noche y me entregue tan placenteramente a la muerte sublime, que desgarre mis entrañas sin parar hasta que la sangre abandone mi maltrecho cuerpo humano. Y es que, en realidad, jamás quise tener un cuerpo. Odio todo lo que tenga que ver con lo orgánico, es algo que no soporto. La estúpida necesidad de alimentar este absurdo traje de carne y huesos me trastorna sobremanera. Y luego, encima, hay que desechar lo que se supone que no sirve. Es como un ciclo perfecto que representa lo que es esta vida: un sinsentido. Pero así es todo, así es como he seguido adelante en esta pesadilla existencial.

Sueños ya no tengo, metas tampoco. Todo se ha esfumado demasiado pronto, pero es natural que así sea. No sé cómo es que aún no me he colgado, pues todo lo que me queda es igual a cero. No sé tampoco cómo es que otros pueden cegarse con cualquier tontería y pretender, del modo más ridículo, que sus patéticas vidas tienen un propósito. No importa cuántas veces lo reflexione, jamás aceptaré que hay algo que valga la pena en el funesto hecho de vivir. Aunque reitero, lo más seguro es que yo sea solo un error o alguna especie de caso atípico dentro del inmenso conglomerado de títeres que habitan este nefasto mundo. Yo también soy un títere, pero mi condena radica en el hecho de ser estúpida y plenamente consciente de ello. Son tantas las cosas que detesto en mí y en el exterior, que creo que jamás terminaría de anotarlas o decirlas. Jamás dejo de preguntarme también: ¿por qué tuve yo que existir? ¿Con objeto de qué debo hacerlo?

¿Para qué levantarme por las mañanas creyendo que sirvo de algo? Todo es tan sombríamente absurdo… Me consume y me aterra al mismo tiempo la magnificencia de la pseudorealidad, pues es casi el sistema de esclavitud existencial perfecto que ha conseguido que sus propios esclavos amen y perpetúen su miseria. ¡Qué agónico es saber que no hay esperanza mientras estemos vivos! ¡Qué tragicómico es el constante deseo de volarse los sesos a cada momento! Mis poemas han muerto desde hace tanto y no queda ninguna otra luz que alumbre mi deprimente oscuridad interna. El llanto y la nostalgia que creía haber vencido vuelven y derrumban mi pobre resistencia. Los quejidos de mi alma no cesan y me suplican por la extinción absoluta de mi asquerosa humanidad. Todo lo que queda de mí es un triste cadáver andante que no ha conseguido esfumarse físicamente. Y mi destino no será otro sino morir sabiendo que mi vida nunca tuvo ningún significado, que nunca pude ser feliz y que siempre estuve condenado a ser algo que jamás elegí.

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