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Obsesión Homicida 14

¿Para qué pretender que algo tan ilusorio como el amor puede tornarse real por más de un corto tiempo? ¿No sería mejor aceptar tajantemente que los elementos más simbólicos de la naturaleza humana son la infidelidad, la lujuria y el egoísmo? ¿No es inclusive espiritual tener amantes, fornicar con putas, rechazar las normas de la sociedad y besarse con cualquiera que esté dispuesto a gozar? Al fin y al cabo, el ser nunca será sublime y su esencia estará siempre condenada a la irrelevancia y el vacío.

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Me entristece la humanidad y su ironía, sus vanos intentos por apegarse a superfluas leyes y principios morales supuestamente dictados por un ser superior. Y es aún más execrable y patético creer que siguiendo tales supercherías se tendrá un lugar en un reino más allá de este asqueroso mundo o que el ser humano puede ser digno de admiración y respeto si obedece lo que otros le han impuesto. Todo es parte de una inmensa mentira para adoctrinar nuestras ya de por sí repugnantes y endebles mentes, pero parecemos aceptar esto de buena manera e incluso disfrutamos desde el fondo de nuestro ser existir absurdamente nutriéndonos de autoengaños y falsas esperanzas.

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Quisiera solo huir muy lejos, escapar de todo este vomitivo y cruento sistema, de todas estas personas adoctrinadas y corrompidas por la pseudorealidad y la hipocresía; de estos infames rebaños que solo saben seguir órdenes y que viven bajo el yugo de religiones pestilentes y gobiernos repugnantes, que solo saben ser inútiles y anhelar dinero, materialismo y sexo. Quisiera nunca haber existido, nunca haber sido, nunca haber conocido nada de esto ni a nadie. Quisiera no haber surgido de la nada y jamás haber pisado este mundo infecto ni haber experimentado tan ominosa existencia.

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Lo que más detesto, después de todo, no es el exterior, sino yo mismo; puesto que soy el irremediable producto de toda esta miseria, el ente donde se acumula la depravación y la estupidez de toda una raza maltrecha. Yo mismo soy parte de aquello que constantemente vomito y desprecio, soy un mentiroso y un farsante sin remedio. Soy la antítesis de lo sublime: el anticristo personificado en un corrupto cuerpo humano. ¡Merezco ser exterminado como todos, que se me cuelgue por las entrañas y que mi alma sea condenada a mil tormentos más allá de cualquier especulación!

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Quisiera alejarme de todo y de todos, pero, sobre todo, de mí mismo. Ya no me soporto y tal vez sea mejor así, pues así podré finalmente cumplir mi único objetivo: suicidarme. La autodestrucción nunca me pareció tan atractiva como ahora, aunque tal vez solo me gusta delirar con aquello que jamás podré llevar a cabo. Al menos espero terminar de enloquecer pronto, porque si no, ¡quién sabe qué de mí será si sigo vivo y cuerdo!

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Obsesión Homicida


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